En el mundo existen historias fronterizas insólitas, pero pocas tan peculiares como la de este pequeño pueblo que por décadas creyó pertenecer a México, solo para descubrir que, legalmente, era parte de Estados Unidos. Lo más sorprendente es que su anexión ocurrió sin una guerra o negociación formal, sino por una situación pocas veces vistas en la historia.
El error geográfico que cambió la historia
Río Rico, hoy ubicado en Texas y vecino del estado mexicano de Tamaulipas, se considera el único territorio mexicano integrado a Estados Unidos tras el siglo XIX sin intervención militar ni cesión oficial directa.
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Su historia se remonta a 1906, cuando la empresa American Rio Grande Land and Irrigation Company desvió ilegalmente el cauce del río Bravo (o río Grande) para favorecer el riego agrícola en la zona.
Esta modificación artificial del cauce, que marcaba la frontera natural entre ambas naciones según los tratados vigentes, desplazó el terreno donde se encontraba el pueblo de Río Rico al lado estadounidense. Sin embargo, los mapas y los servicios seguían vinculando al pueblo con México durante más de 70 años.
Ciudadanos mexicanos... en suelo estadounidense
Durante ese tiempo, los habitantes de Río Rico vivieron como mexicanos: votaban en elecciones nacionales, pagaban impuestos en México y eran atendidos por autoridades mexicanas. Nadie imaginó que, en términos legales, ya se encontraban en otro país.
El asunto salió a la luz al revisarse casos fronterizos como parte del Tratado de Límites de 1970, firmado entre México y Estados Unidos para corregir inconsistencias territoriales causadas por cambios artificiales en el cauce del río.
Fue hasta 1977 cuando se concluyó que el terreno de Río Rico pertenecía formalmente a Estados Unidos, marcando así un curioso giro en la historia fronteriza entre ambas naciones. Esta anexión fue pacífica, sin conflictos ni reclamos armados, resultado directo de la implementación del tratado.
Actualmente, Río Rico forma parte del condado de Hidalgo, Texas, y es uno de los tramos más vigilados de la frontera, dado su historia y ubicación. Sin embargo, sigue siendo un símbolo de cómo la geografía, el tiempo y los errores humanos pueden redibujar los límites de las naciones.