Iniciar una jornada después de dormir 5 horas al día puede parecer suficiente para muchas personas, pero la evidencia científica más reciente revela que esta práctica sostenida compromete funciones esenciales del organismo.
Los especialistas en descanso coinciden en que la reducción prolongada del sueño altera procesos metabólicos, debilita defensas biológicas y acorta la longevidad, por lo que mantener periodos reducidos de descanso impacta directamente en el rendimiento físico, emocional y cognitivo.
¿Es normal dormir solo cinco horas al día?
En estudios actuales de organismos internacionales dedicados al análisis del sueño, se establecen referencias de descanso que superan ampliamente este límite.
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Las recomendaciones para adultos en etapa productiva se sitúan entre siete y nueve horas, mientras que quienes rebasan los 65 años requieren un margen ligeramente menor.
En personas jóvenes, particularmente en quienes atraviesan la adolescencia, las necesidades se amplían aún más debido al desarrollo neurológico. Sostener solo cinco horas de reposo implica una descompensación considerable respecto a estas pautas.
Los informes recientes también detallan las consecuencias fisiológicas. Entre los efectos documentados se encuentran alteraciones en la regulación de la glucosa, incremento de la presión arterial y mayor probabilidad de trastornos emocionales.
Además, se identifican fallas en la memoria operativa, lentitud en la capacidad de respuesta y un deterioro equivalente al que ocasiona el consumo moderado de alcohol.
En escenarios prolongados, este patrón se vincula con mayor probabilidad de padecimientos crónicos y disminución de la expectativa de vida.
Cuando la genética impone
Aunque existen individuos con una configuración genética que les permite despertar revitalizados con lapsos menores de descanso, se trata de un porcentaje minoritario de la población.
Estas personas no presentan señales de fatiga acumulada y logran mantener su rendimiento sin consecuencias adversas. Sin embargo, para la gran mayoría, mantener hábitos de descanso limitados deriva en cansancio persistente, dificultades para concentrarse y dependencia de estimulantes para funcionar durante la jornada.
Frente a este panorama, especialistas sugieren ampliar gradualmente el periodo nocturno hasta alcanzar rangos saludables. Ajustar rutinas, evitar variaciones extremas entre días laborales y fines de semana, y atender señales como irritabilidad o somnolencia son pasos esenciales para restablecer el equilibrio.
En conclusión, vivir con el hábito de dormir 5 horas al día representa un riesgo considerable para la mayoría de las personas y conviene adoptar medidas correctivas antes de que sus efectos se consoliden.
