En una cultura marcada por la cafeína, las bebidas energéticas y la búsqueda constante de productividad, una práctica poco convencional ha ganado popularidad: beber café y luego dormir una breve siesta.
Esta combinación, conocida como “siesta con cafeína”, ha despertado la curiosidad de expertos en sueño y endocrinología, quienes comienzan a estudiar si realmente ofrece beneficios adicionales frente a tomar café o descansar por separado.
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El fundamento biológico
La somnolencia está ligada a la acumulación de adenosina en el cerebro, un compuesto que ralentiza la actividad neuronal y provoca cansancio. La cafeína, al bloquear los receptores de adenosina, genera un efecto estimulante. Por otro lado, dormir incluso brevemente ayuda a reducir la presencia de esta sustancia en el sistema nervioso.
El atractivo de la siesta con café radica en que la cafeína tarda entre 20 y 30 minutos en hacer efecto, justo el tiempo recomendado para una siesta ligera. Así, cuando la persona despierta, la adenosina ya se redujo gracias al descanso y la cafeína comienza a actuar, potenciando la sensación de energía y concentración.
Lo que dicen los estudios
Un estudio de 1997 mostró mejoras en la capacidad de conducción al combinar ambas prácticas, mientras que otro en 2001 destacó una reducción en la somnolencia. Más recientemente, un piloto realizado en 2020 en Australia reveló que los participantes que tomaron café antes de una siesta de 30 minutos presentaron menos fatiga y un mejor desempeño cognitivo.
Sin embargo, los científicos son cautelosos. La mayoría de los ensayos se ha realizado en jóvenes sanos en ambientes controlados, por lo que no está claro si el mismo efecto se mantiene en personas mayores, con problemas de sueño o en condiciones de la vida real.
¿Es recomendable probarlo?
Especialistas como Seiji Nishino, de Stanford, y Siobhan Banks, de la Universidad de Australia Meridional, coinciden en que la idea tiene fundamentos sólidos, aunque aún no es concluyente.
Además, recuerdan que existen diferencias individuales: algunas personas son muy sensibles a la cafeína, mientras que otras no logran dormir si la consumen.
Lo que sí subrayan los expertos es que la siesta con café no sustituye una buena noche de descanso ni es una “solución mágica” para la productividad.
Aun así, quienes quieran experimentar pueden hacerlo de forma moderada: una taza de café y una siesta de no más de 30 minutos podría ser suficiente para comprobar si realmente funciona en su caso.