En la era digital, no basta con tener antivirus o bloquear páginas web. Las amenazas han evolucionado, y ahora muchas de ellas se esconden dentro de las propias aplicaciones que los niños usan a diario para estudiar, jugar o socializar.
Uno de los mayores riesgos es la activación remota de la cámara web, que puede convertir una computadora en una ventana para que terceros desde hackers hasta acosadores espían a los menores sin dejar rastro. Basta con un solo clic en un enlace infectado o la instalación de una app maliciosa para perder el control del dispositivo.
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Además, algunas plataformas gratuitas recopilan metadatos de uso, ubicación y audio, sin que quede claro cómo se almacenan o con qué fines se usan. Aunque muchas aplicaciones tienen términos y condiciones, los niños rara vez los leen, y los padres tampoco siempre supervisan.
La especialista en ciberseguridad infantil Carolina Peña, así lo advierte
El problema no es solo lo que los niños ven, sino quién los ve a ellos.
Según datos del FBI, más del 70% de los casos de acoso en línea inician con el contacto a través de dispositivos personales, muchas veces sin que los padres noten señales claras.
La recomendación principal es tapar las cámaras web, revisar constantemente las apps instaladas, evitar redes WiFi públicas y mantener el software actualizado. Pero, sobre todo, hablar abiertamente con los hijos sobre los riesgos digitales y fomentar la navegación segura.
Porque en el mundo conectado de hoy, la amenaza puede estar a solo un clic de distancia.