La situación es grave en el norte de México. Durante 25 meses, no ha llovido lo suficiente y los pronósticos no son nada alentadores.
Mientras la sequía se posesiona desde Baja California a Tamaulipas, las presas apenas mantienen sus bajos niveles y a casi un mes de iniciada la temporada de huracanes, apenas una tormenta, muy al norte, ha asomado el rostro para luego desvanecerse sin regalar una sola gota a tierra.
El Monitor de Sequía en México muestra un vaivén que va desde un guinda intenso, hasta un café claro y con este sube y baja, los dos Laredos van desde sequía severa a extrema y hasta excepcional, mientras las lluvias se niegan a visitar la región, cada vez más seca. La semana pasada, la alarma sonó fuerte, pero pocos la escucharon.
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La Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) reportó que en el área donde se ubican las bocatomas de las plantas potabilizadoras, el nivel era de apenas 27 centímetros, históricamente bajo, lo que pone en riesgo su equipo y puede generar baja presión en el suministro a las colonias más altas de Nuevo Laredo.
“Exhortamos firmemente a la ciudadanía a disminuir nuestros consumos usando un uso racional y consciente desde nuestros hogares”, indicó la Comapa en un comunicado.
La sequía es tan intensa y con temperaturas por encima de los 38 grados en los dos Laredos, la demanda de agua de la población se dispara a niveles muy altos.
Se calcula que cada neolaredense gasta más de 500 litros de agua diarios, muy por encima de los 230 litros recomendados. A eso hay que agregarle la demanda de los agricultores en el sur de Texas, el gasto natural del río y la evaporación. Como resultado de esta combinación, en apenas 15 días el Bravo perdió la mitad de su cause, luego de verlo crecer por recientes lluvias.
“Estos niveles en el río pueden deberse a diversos factores como evaporación, saturación o absorción del suelo por las temperaturas y la falta de lluvias en la región, por lo que la captación de agua en las instalaciones de Comapa Planta Centro se dificultan, por lo tanto se realizan acciones que ellos consideran adecuadas para la captación y/o el cuidado de los equipos”, explicó Ramón Meza González, representante de la CILA en Nuevo Laredo.
La situación no es exclusiva de los dos Laredos y la Frontera Chica. Por ejemplo, en Chihuahua, el estado donde se ubica el río Conchos, el principal afluente del Bravo, la sequía ha causado estragos. César Rodríguez Varela es un productor de manzanas en San Antonio de San Juan, una localidad de Chihuahua, que lleva años rogándole al cielo para que llueva, pero el agua no cae como debería en la temporada húmeda. Al contrario, la región registra una dura sequía: son tres años sin lluvia, lo que ha afectado la agricultura y al ganado, que desfallece de sed. Este agricultor ha visto cómo ha caído su producción de manzanas y teme que las pérdidas aumenten por la escasez de agua para el riego.
“Los pozos se quedan sin agua”, alerta. “Ahorita el agua está muy muy escasa. La gente tiene que acarrearla de los pozos agrícolas para las necesidades como bañarse, para los sanitarios. Aquí en el ejido las actividades primarias son la fruticultura, principalmente la producción de manzanas, y la ganadería, y varias personas han tenido que vender sus animales porque no pueden estarlos alimentando, porque no hay forraje”, continúa por teléfono su lamento el productor.
Quizá para algunos en los dos Laredos no sea importante lo que pasa en Chihuahua y hasta consideran que son problemas lejanos, pero no es así, pues gran parte del agua que va a parar a la presa La Amistad se genera en el estado más grande de México. Hoy en día, la presa que alimenta de agua a ciudades desde Acuña y hasta Matamoros, está por debajo del 20 por ciento.
“Nos piden agua a un estado extremadamente seco”, se quejó Baldemar Hernández, ingeniero agrónomo que maneja una empresa que ofrece asesoría a los agricultores en Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. Considera que en Nuevo Laredo la solución a la falta de agua sería abrir pozos para abastecer la agricultura y hasta el consumo humano.
Sin embargo, un estudio de la Comisión Nacional del Agua dio como resultado que los mantos acuíferos bajo la superficie del norte de Tamaulipas son salinos, por lo que ya se descartó esa idea. Por ahora, el 20 por ciento en el nivel de La Amistad es suficiente para el consumo humano, pero si no llueve pronto, la situación empeorará y conseguir agua será extremadamente difícil. No queda más que cuidarla para hacerla durar tanto como sea posible.