El incendio de 1914 en Nuevo Laredo durante la Revolución Mexicana no fue sólo un acto de guerra, sino también una tragedia nacida de un malentendido estratégico que alteró para siempre el rostro de la ciudad.
En plena Revolución Mexicana, la lucha entre el régimen de Victoriano Huerta y el Ejército Constitucionalista liderado por Venustiano Carranza escaló hasta llegar a esta frontera clave. Ambos bandos codiciaban el dominio sobre las aduanas del norte, vitales para asegurar suministros y armamento.
111 años del incendio de Nuevo Laredo
En ese contexto, el 24 de abril, un día como hoy, marcó un punto de quiebre. La guarnición huertista recibió un mensaje con una aparente instrucción de “quemar Laredo”, en referencia a la ciudad tejana.
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Sin embargo, los mandos interpretaron que debían reducir a cenizas la propia localidad mexicana. Esta confusión derivó en una ofensiva interna que destruyó edificios públicos esenciales, entre ellos la presidencia municipal, el consulado estadounidense, oficinas postales, la aduana, así como comercios y viviendas de civiles.
El presidente municipal de entonces, Canuto Barrera, ya había lidiado con episodios violentos previos, pero el incendio significó el colapso total del orden local.
De acuerdo con el historiador Isidro Vizcaya, el origen de la orden fue una estrategia desesperada de Huerta para provocar la intervención estadounidense, una jugada que terminó desatando caos en su propio terreno.
Más de tres mil habitantes huyeron cruzando el río Bravo hacia Laredo, Texas, buscando resguardo en medio del fuego y las balas. Regresarían tiempo después, sólo para encontrar una ciudad devastada, con estructuras carbonizadas y memorias rotas.
Confusión trágica
Hoy, a 111 años de distancia, el grito de “quemen Laredo” se recuerda como una frase malinterpretada, que desencadenó un brutal costo humano y material de la guerra civil.
La tragedia del incendio de Nuevo Laredo sigue viva en la memoria colectiva fronteriza, recordándonos una época de muerte y brutalidad cuando el destino se escribía entre líneas y pólvora.