El río Bravo está en crisis y esta vez es grave, especialmente en el lado estadounidense. Este año han aparecido zonas en donde el agua desaparece y sólo se puede ver la tierra seca, agrietada y las presas que se ubican en Estados Unidos prácticamente se esfumaron.
La situación se agrava aún más, pues ayer sábado comenzaron a abrir las compuertas de la presa La Amistad, para hacer un trasvase a la Falcón. El Bravo creció hasta casi 1.2 metros en el área de los dos Laredos, lo que hará creer a la ciudadanía que hay suficiente agua, pero no es así, la presa que surte a los dos Laredos estaba a apenas 24.8 por ciento de su capacidad el viernes.
Un reporte de la International Boundary and Water Commission, la parte estadounidense de la Comisión de Límites y Aguas en México, no es nada alentador: la presa Elephant Butte, en el centro sur de Nuevo México, alimentada por el río Bravo, no tiene agua, si acaso se pueden ver algunos pequeños “charcos” dentro de su espacio capaz de albergar 473 mil 095 metros cúbicos.
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El Lago Caballo, también en Nuevo México, utilizado hace años para actividades recreativas, es apenas un recuerdo. Su nivel alcanza sólo 7 por ciento de su capacidad, así que el agua del río Bravo, que debería alimentar desde Estados Unidos a la presa La Amistad, prácticamente no existe, la poca que ha estado llegando a ese embalse que surte a la zona fronteriza de Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, incluidos los dos Laredos, viene casi toda desde el río Conchos, que tampoco muestra una buena salud, pues tiene meses que apenas arrastra una pequeña corriente.
La Comisión de Límites y Aguas advierte que el nivel de la presa La Amistad es muy bajo, apenas 24.8 por ciento y la situación se agrava, pues la temporada de huracanes está a punto de terminar y no hay visos de tormentas poderosas que pudieran salvarla, ni en el Pacífico, ni en el Atlántico.
Encima, hay que considerar que el agua se debe repartir entre Estados Unidos y México. Los mexicanos apenas cuentan con 10.3 por ciento del total, unos 179 millones de metros cúbicos. Una investigación publicada el jueves, indica que la situación posiblemente sea peor que los desafíos que enfrenta el río Colorado, otro salvavidas vital para los estados del oeste de Estados Unidos, que registran una grave crisis.
Sin una acción rápida y a gran escala en ambos lados de la frontera, los investigadores advierten que el uso insostenible amenaza la seguridad hídrica de 15 millones de personas que dependen de la cuenca binacional. A lo largo del río hay una escasez persistente que podría tener consecuencias catastróficas para los agricultores, las ciudades y los ecosistemas.
El estudio, realizado por World Wildlife Fund, Sustainable Waters y un equipo de investigadores universitarios, proporciona un recuento completo de los con sumos, así como de la evaporación y otras pérdidas dentro de la cuenca del río Grande-Bravo, y ayuda a pintar la imagen más completa —y más alarmante— hasta ahora de porqué el sistema fluvial está en problemas.
La investigación muestra que sólo 48 por ciento del agua consumida directa o indirectamente dentro de la cuenca se repone de forma natural. El 52 por ciento restante es insostenible, lo que significa que los embalses, los acuíferos y el propio río quedarán sobregirados.
“Esa es una realidad bastante desalentadora y desafiante cuando la mitad de nuestra agua no necesariamente será confiable para el futuro. Así que realmente tenemos que abordar eso”, dijo Brian Richter, presidente de Sustainable Waters y miembro senior del World Wildlife Fund.
Al desglosar el balance, los investigadores esperan que los responsables políticos y los reguladores puedan determinar dónde se puede reducir el uso de agua y cómo equilibrar la oferta con la demanda. Las primeras advertencias sobre lo que estaba por venir surgieron a fines del siglo XIX, cuando el riego en el valle de San Luis, en Colorado, comenzó a secar el río Bravo, alimentado por el deshielo, lo que resultó en una disminución de los caudales hasta el sur de El Paso, Texas.
Ahora, algunos tramos del río se secan durante meses. En el área de Big Bend e incluso Albuquerque en los últimos años, el lodo seco y agrietado ha reemplazado al río con mayor frecuencia. En ciudades como Nuevo Laredo, la planta PITAR limpia gran parte del agua que se usa en los hogares y la devuelve al río Bravo, pero es difícil competir contra el consumo.
La Comisión de Agua Potable y Alcantarillado, Comapa, asegura que cada neolaredense consume en verano hasta 450 litros diarios, una cantidad muy por encima del promedio nacional, que es de alrededor de 300 litros.
