Al abrir la puerta de La Providencia, de golpe la historia llega como un olor exquisito, como vista que enamora y cuando el pan llega a la mesa, su sabor es único, especial, que incluso transporta al nacimiento de Nuevo Laredo.
Es el negocio más antiguo de esta frontera, ha acompañado a amboslaredenses desde 1870 y ya son 155 años de historia, sabor, esfuerzo, tesón y resiliencia. Nació como un negocio familiar, así se mantiene y quienes lo dirigen tienen la esperanza que siga adelante por décadas.
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Alejo Espinosa y Paula Hinojosa fueron los iniciadores de esta tradicional panadería en 1870, de acuerdo con los datos dados a conocer por el historiador Rodolfo Garza. Entonces era un edificio de madera, con techo de lámina y el horno era de leña. Y a través de cuatro generaciones, La Providencia ha llenado de sabor, olor e historia a Nuevo Laredo.
Situada en el Centro de Nuevo Laredo, en Hidalgo 2915, fue también blanco de luchas revolucionarias y de desastres naturales. Uno de los peores episodios fue en 1914, el 24 de abril, el general Gustavo Guardiola recibió la orden del general Victoriano Huerta de “quemar Laredo” y aunque algunos aseguran que se refería a Laredo, Texas, lo cierto que las fuerzas huertistas incendiaron todos los edificios públicos y privados que estuvieron a su alcance.
La Providencia fue reducida a cenizas y sólo su horno quedó en pie. Amador Hinojosa y Eulogia Espinosa, entonces al frente de la panadería, decidieron no rendirse. En el horno que quedó en pie, se siguió elaborando el pan mientras se reconstruía el edificio.
En 1933, año de la Gran Depresión, el golpe económico fue brutal, pero la familia decidió seguir adelante con más fuerza. La gran inundación de 1954 también fue una gran prueba. El agua del Bravo lo invadió todo y La Providencia pagó las consecuencias de ubicarse muy cerca de la orilla del río, que, en ocasiones de gran benefactor, se transforma en un poderoso destructor.
Con el tiempo, don Armando tomó el sendero de la eternidad y, pese a tener todo en contra, doña Eulogia tomó las riendas. Olga Hinojosa de Hernández y Armando Hernández Pedraza sustituyeron a doña Eulogia después de su partida. Doña Olga también partió en 1975 y don Armando decidió honrarla con esfuerzo y trabajo al frente de La Providencia.
Cambió el edificio de madera y lámina por uno de “material”. Don Armando se esforzó mucho, pues sus hijos Armando, Óscar, José Luis y Víctor Hugo eran muy pequeños. Pese a situaciones económicas adversas, siguió adelante e hizo de La Providencia una referencia, una tradición.