En México, los apellidos no solo definen la identidad familiar, también guardan siglos de historia. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), varios de los apellidos que hoy aparecen en millones de actas de nacimiento llegaron al país durante la época colonial y fueron impuestos a los pueblos originarios tras la conquista española.
La práctica de asignar apellidos españoles comenzó en el siglo XVI, cuando los conquistadores buscaban registrar y controlar a la población indígena. Así surgieron apellidos que, con el paso de los siglos, se convirtieron en los más comunes del país y hoy continúan encabezando registros oficiales.
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Entre los apellidos más antiguos y comunes destacan:
- Hernández
- García
- Martínez
- López
- González
- Pérez
- Rodríguez
- Sánchez
- Ramírez
- Cruz
Muchos de estos apellidos terminan en –ez, lo que indica “hijo de” en su origen etimológico, como en el caso de Hernández (“hijo de Hernando”) o González (“hijo de Gonzalo”). Sin embargo, también hay apellidos antiguos sin esa terminación, como Cruz, que proviene de referencias religiosas muy comunes en la época colonial.
Según el INEGI, en 2020 se registraron más de 34 mil apellidos distintos en México, aunque la concentración de los diez primeros sigue siendo altísima. La mayoría proviene de la Nueva España y refleja tanto la mezcla cultural como la imposición administrativa de aquel periodo.
Estos apellidos no solo cuentan una historia de mestizaje y colonización, sino que forman parte del patrimonio cultural e identitario de México. Conocer su origen permite entender mejor la historia de las familias mexicanas y del país. Además, expertos en genealogía señalan que los apellidos han evolucionado con variantes menos comunes —como Hernando derivado de Hernández—, pero todas mantienen el mismo linaje histórico.