En lo alto de Chipinque, la zona más exclusiva de San Pedro Garza García, Nuevo León, se encuentra La Milarca, la residencia que Mauricio Fernández Garza, político y empresario, consideraba su santuario personal.
Lejos de ser una simple construcción, Fernández la describía como “un proyecto de vida en el que se cuidó cada detalle, más que una arquitectura funcional se trata de un espacio totalmente armónico y espiritual, con sus proporciones exactas”.
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La Milarca se extiende sobre casi cuatro hectáreas y cuenta con nueve habitaciones, sala de billar, dos galerías de arte, diez bodegas, biblioteca y una estancia con documentos históricos, además de un área de alberca integrada a la vegetación circundante.
La construcción, de más de dos mil metros cuadrados, tomó siete años y fue realizada por el arquitecto Jorge Loyzaga y el restaurador Manuel Serrano.
Reconocida por su fusión de arte, historia y arquitectura, el empresario la convirtió en museo, garantizando la preservación del legado cultural y arquitectónico del político y empresario
Artistas como el arpista Nicanor Zabaleta y la intérprete Tania Libertad reconocieron la acústica excepcional de la residencia durante conciertos privados.
El arte y la historia están presentes en cada rincón de La Milarca
La Milarca integra cuatro techos de los siglos XIII al XVI y siete arcos góticos, todos ensamblados sin pintura, usando materiales naturales como maja de caballo, pajas y tierra.
El renombrado arquitecto Tadao Ando también quedó impresionado por la construcción, señalando que cambió su visión de la arquitectura.
Mauricio Fernández Garza, fue una de las figuras políticas y empresariales más emblemáticas de Nuevo León, falleció la noche del lunes 22 de septiembre a los 75 años, tras una larga batalla contra el cáncer de pulmón.
Mauricio provenía de una familia de abolengo regio, con vínculos con instituciones educativas como el TEC de Monterrey y la UDEM. Su formación incluyó Ingeniería Industrial en Purdue, posgrado en Economía en la UANL, Alta Administración en IPADE y maestría en Administración en el TEC de Monterrey.
Su incursión en la política buscaba mantener a San Pedro como un municipio seguro y ejemplar.
A raíz de sus declaraciones sobre combatir el narcotráfico, Fernández contaba con protección especial, aunque aseguraba vivir tranquilo y sin temor a la muerte, reflexionando:
Si me dijeran que me queda una semana, un mes o un año, sería exactamente el mismo Mauricio… no cambiaría nada en mi vida, ni me arrepiento de nada, si me muero mañana, me morí.
Su muerte marca el fin de una etapa, pero deja un legado de arte, arquitectura, cultura y compromiso social que seguirá vivo a través de La Milarca y sus proyectos.