Chucho el Roto, el "Robin Hood" Mexicano, es recordado como un personaje que mezcló astucia, carisma y un profundo sentido de revancha frente a las desigualdades de su época.
Su vida, marcada por fugas espectaculares y robos ingeniosos, representa una protesta silenciosa contra la estructura de poder que dominaba a México durante el Porfiriato.
'Chucho El Roto', el 'Robin Hood' Mexicano
Más que un simple delincuente, encarnó para muchos la idea de justicia social, robando a los acaudalados para auxiliar a los sectores más vulnerables.
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Jesús Arriaga Zamora, nacido en 1858 en Tlaxcala, creció en un ambiente de limitaciones económicas que forjó su carácter inconforme.
Tras mudarse a la Ciudad de México, desempeñó oficios diversos, desde la carpintería hasta el servicio militar. Su ingreso al delito, según las versiones populares, se debió a una humillación sentimental: enamorado de Matilde del Frizac, una joven de la élite capitalina, fue rechazado por su origen humilde.
El secuestro temporal de la hija que tuvo con ella lo llevó a su primer encarcelamiento, punto de partida de su vida como fugitivo.
Mucho ingenio, poca violencia
A diferencia de otros bandoleros, su estrategia no se basaba en la violencia, sino en el ingenio. Vestido con la elegancia de los “catrines”, se infiltraba en salones y comercios de alta sociedad para realizar estafas audaces que posteriormente repartía a los pobres.
Se le atribuyen robos a joyerías, fábricas y hasta un reloj de oro perteneciente al presidente Porfirio Díaz, proezas que consolidaron su fama de ladrón caballeroso.
Su final, rodeado de incertidumbre, alimenta la leyenda. Murió oficialmente en 1885 tras brutales castigos en la prisión de San Juan de Ulúa, aunque versiones alternas aseguran que fingió su muerte para escapar.
Hoy, Chucho el Roto, el Robin Hood Mexicano, resiste el paso de la historia y permanece como una figura histórica que se encuentra en la frontera entre realidad y mito.