Al recorrer la zona sur de Monterrey, Nuevo León, es difícil no voltear hacia el cerro y notar una extraña construcción cilíndrica que destaca entre el paisaje.
Se trata de la 'Casa de los Tubos', una edificación que, por décadas, estuvo envuelta en misterio, abandono y leyendas que helaban la sangre.
Te podría interesar
Su historia comenzó en los años 70, cuando según cuenta la leyenda un hombre llegó a Monterrey con su hija, quien vivía con parálisis en las piernas. Para ofrecerle mayor independencia, decidió construir una casa con rampas integradas en su diseño, una obra inclusiva y revolucionaria para su época.
La arquitectura tubular, que le dio su nombre, fue concebida para facilitar el acceso de la niña en silla de ruedas. Los rumores cuentan que, durante la construcción, algunos albañiles comenzaron a experimentar sucesos extraños.
Uno de ellos, que no había bebido en una fiesta organizada para mejorar el ánimo del equipo, cayó desde el techo y murió con una expresión de terror en su rostro. Pocos días después, otro trabajador cayó de una ventana, y antes de fallecer, alcanzó a decir: “No nos quiere aquí”.
A pesar de las muertes, la obra siguió, hasta que el padre llevó a su hija a ver la casa en proceso. De forma inexplicable, la niña llegó hasta el último piso y cayó al vacío.
Su fallecimiento sumió al padre en una profunda depresión y, según la leyenda, terminó quitándose la vida en el mismo lugar. Desde entonces, la 'Casa de los Tubos' quedó en abandono. Pero todo cambió en 2015, cuando se anunció su venta. Fue adquirida por Hugo Schiaffino, un regiomontano que admiraba el inmueble desde niño.
La remodelación estuvo a cargo del despacho URB'N, liderado por el arquitecto Enrique Leal, quien conservó su icónica forma tubular y modernizó su interior con mármol travertino, madera de encino y luz natural como elemento protagónico.
Hoy, aquella casa que fue símbolo del miedo se ha convertido en una residencia de lujo, premiada internacionalmente por su arquitectura.
Y aunque la leyenda de la niña sigue viva en el imaginario colectivo, la 'Casa de los Tubos' ya no es un lugar embrujado, sino una obra maestra de la transformación urbana.