“Ciudad Peluche” no es solo una invención del humor mexicano: existe y su realidad dista mucho del escenario colorido de la comedia de Eugenio Derbez.
En lugar de risas enlatadas y vestuarios acolchonados, aquí hay carencias profundas, rezago urbano y un llamado urgente a la acción gubernamental.
Ciudad Peluche
En la capital michoacana, al sur de la mancha urbana, una colonia popularmente conocida como “Ciudad Peluche” ha ganado notoriedad por compartir nombre con el universo ficticio de La Familia P. Luche, serie que marcó una época en la televisión nacional.
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Sin embargo, este asentamiento, antes llamado La Quebradita, enfrenta desafíos muy distintos a los que tienen los personajes de ficción: marginación estructural, pobreza habitacional y falta de servicios básicos.
El nombre “Ciudad Peluche” se originó de forma espontánea, cuando los primeros habitantes cubrieron sus precarias casas con telas recicladas, lo que recordaba, en lo estético, al vestuario de la serie de Derbez.
Pero esa coincidencia visual no alcanzó a tapar la realidad: viviendas improvisadas con madera, cartón y láminas, sin regularización legal ni acceso pleno a agua, luz ni drenaje.
Datos recientes del INEGI revelan que de las 160 construcciones registradas en el lugar, solo 96 son habitadas permanentemente.
Más de un tercio no cuenta con agua corriente, y varias carecen de servicios tan esenciales como energía eléctrica o sistema de alcantarillado. Además, la falta de certeza jurídica sobre los terrenos limita la inversión pública y perpetúa el rezago.