En la era de las soluciones rápidas, el puré de papa instantáneo ha ganado un lugar en las despensas por su rapidez de preparación.
Sin embargo, detrás de su conveniencia se ocultan elementos que podrían perjudicar la salud si no se consume con moderación.
Puré de papa instantáneo
Este tipo de producto industrializado suele tener niveles significativamente altos de sal, un conservante clave, así como saborizantes y estabilizantes que alargan su vida útil, pero no su valor nutricional.
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A diferencia del puré preparado en casa con tubérculos frescos, los sobres de puré procesado carecen de componentes esenciales como la fibra dietética y ciertos antioxidantes naturales presentes en la piel de la papa.
Esta fibra, fundamental para una digestión saludable, desaparece casi por completo en el proceso de deshidratación industrial. Además, el procedimiento térmico al que se somete la papa para transformarla en escamas reduce drásticamente su contenido de vitamina C, un nutriente sensible al calor y la oxidación.
El contraste nutricional con una receta casera es notable. Cuando se utiliza papa natural, es posible controlar la cantidad de sal añadida, evitar sustancias químicas innecesarias y conservar mejor los minerales como el hierro y el potasio.
Además, preparar este plato en casa permite aprovechar la textura y sabor originales del alimento, sin depender de potenciadores sintéticos.
No es bueno el consumo habitual
Por tanto, aunque no es dañino consumir puré de papa instantáneo ocasionalmente, su consumo habitual no se recomienda si se busca una dieta equilibrada y nutritiva.
Siempre que sea viable, lo ideal es optar por preparaciones caseras que conserven la integridad del alimento original.