En México, un problema social poco visible pero profundo afecta a miles de niños indígenas cuyos padres, en especial las madres, deben trabajar extensas jornadas para garantizar la subsistencia familiar.
Estudios sociales y de salud revelan que esta realidad tiene consecuencias directas en el desarrollo, comportamiento y bienestar de los menores, particularmente en su nivel de alerta y estado de vigilia.
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Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), cerca del 42% de la población indígena en México vive en condiciones de pobreza extrema, lo que obliga a muchos padres a involucrarse en trabajos informales o jornadas laborales prolongadas.
Para las madres indígenas que laboran en las calles o en el comercio informal, el reto es doble, mantener un ingreso constante y, a la vez, cuidar de sus hijos en entornos que pocas veces garantizan seguridad o estímulos adecuados.
Un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2022 encontró que niños que pasan largas horas bajo el cuidado de terceros o en espacios públicos sin supervisión adecuada tienden a mostrar signos de somnolencia excesiva durante el día.
Esta somnolencia no siempre se explica por trastornos médicos, sino que está asociada a la falta de rutina, estimulación y cuidado, factores clave para un desarrollo cognitivo y físico saludable.
La somnolencia en niños en estos contextos se relaciona directamente con la privación de un ambiente estructurado donde el sueño nocturno sea regular y reparador. La falta de una rutina estable provoca desajustes en los ciclos de sueño-vigilia, y la ausencia de actividades estimulantes durante el día contribuye a que los menores permanezcan en estados de bajo alerta o fatiga.
Además, la Secretaría de Salud ha señalado que estos niños suelen enfrentarse a riesgos adicionales como la desnutrición y la exposición a ambientes inseguros, lo que agrava su condición y dificulta aún más su desarrollo integral.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha enfatizado que una atención integral, que incluya el apoyo a las madres para mejorar sus condiciones laborales y el acceso a servicios de cuidado infantil de calidad, es fundamental para romper este ciclo de vulnerabilidad.
Las largas jornadas laborales de las madres indígenas, sumadas a la falta de cuidados adecuados y estímulos para sus hijos, generan un entorno donde la somnolencia diurna y la baja vigilancia son síntomas visibles de una problemática estructural que requiere atención inmediata y coordinada entre instituciones de salud, desarrollo social y derechos humanos.