SEMANA SANTA 2025

Por este motivo no deberías desvelarte el Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección

Esta tradición, especialmente fuerte en comunidades religiosas, sugiere que las fuerzas del mal están más presentes durante estos días sagrados

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La Semana Santa 2025 se celebrará del 13 al 20 de abril, iniciando con el Domingo de Ramos y concluyendo con el Domingo de Resurrección. 

Además de las procesiones, ayunos y momentos de reflexión, existe una creencia muy arraigada entre las familias mexicanas y latinoamericanas: no desvelarse porque “el diablo anda suelto”.

¿De dónde viene esta creencia?

Esta expresión popular tiene una fuerte raíz religiosa. Se dice que, durante la Semana Santa, especialmente en las madrugadas, las fuerzas del mal están más presentes, como un recordatorio simbólico del sufrimiento y la muerte de Jesucristo. Según la tradición, fue en esta semana cuando el mal "triunfó" momentáneamente, antes de la Resurrección.

Por eso, permanecer despierto durante la noche en estos días puede ser visto como una especie de exposición espiritual, donde las tentaciones o energías negativas podrían estar más activas.

Muchas personas mayores aseguran que quien se desvela en Semana Santa puede experimentar ruidos extraños, visiones o sucesos fuera de lo común.

La frase “no te desveles, porque el diablo anda suelto” es una advertencia que ha pasado de generación en generación como parte del respeto y solemnidad que rodean esta semana sagrada.

¿Y qué dice la ciencia?

Más allá del simbolismo religioso, desvelarse tiene efectos reales y negativos en la salud. Dormir mal interrumpe el ciclo del sueño, altera las hormonas, afecta la concentración y puede provocar ansiedad, irritabilidad y debilidad del sistema inmune.

El desvelo constante también está vinculado a enfermedades como obesidad, diabetes y problemas cardiovasculares, además de impactar el estado de ánimo y el rendimiento físico y mental.

Evitar desvelarse en Semana Santa es tanto una tradición espiritual como una recomendación de salud. Para quienes viven intensamente su fe, representa un acto de respeto y protección espiritual. Para todos los demás, es también una oportunidad de descanso, equilibrio y autocuidado.