La seguridad en carreteras de montaña depende de una conducción prudente y bien planificada. Al transitar por caminos con pendientes pronunciadas, es fundamental ajustar la velocidad antes de cada curva para mantener el control del vehículo y minimizar el riesgo de derrapes. Además, adoptar una aceleración progresiva permite sortear las curvas sin sobresaltos y con mayor estabilidad.
Durante los ascensos, mantener una marcha adecuada es clave para que el motor no pierda potencia. Si el automóvil reduce su número de revoluciones, bajar a una marcha inferior ayudará a recuperar fuerza sin comprometer la estabilidad.
Seguridad en carreteras de montaña
Por otro lado, frenar dentro de una curva cerrada puede desestabilizar el vehículo, por lo que es preferible ajustar la velocidad antes de entrar en ella. Mantener un ritmo constante, sin aceleraciones ni frenadas bruscas, facilita un ascenso seguro y eficiente.
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En las bajadas, el freno motor es un gran aliado para evitar un exceso de velocidad. Seleccionar una marcha más baja permite que el motor ayude a controlar el ritmo sin necesidad de sobrecargar los frenos.
Descender en punto muerto es una práctica peligrosa, ya que reduce el control del vehículo y aumenta la posibilidad de accidentes. Para evitar frenazos repentinos, es recomendable anticiparse a las condiciones del camino y aplicar los frenos con suavidad.
Mantener una distancia prudente con otros vehículos es esencial en terrenos montañosos, donde la inercia puede hacer que se pierda estabilidad con mayor facilidad.
Asimismo, revisar el estado de los neumáticos y los frenos antes de iniciar el trayecto es una precaución indispensable.
Finalmente, la seguridad en carreteras de montaña no solo depende del vehículo, sino también de la actitud del conductor. Adaptar la velocidad a las condiciones del camino, estar atento al clima y conducir con paciencia y prudencia garantizarán un recorrido sin contratiempos.