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ICE deporta a chef mexicano que cocinó para George W. Bush en la Casa Blanca

Sergio García Silva, un cocinero con 36 años viviendo en Texas, fue deportado tras décadas de trabajo, buen comportamiento y aportes a su comunidad

Sergio García Silva y el matrimonio Bush.
Sergio García Silva y el matrimonio Bush.Créditos: internet
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La deportación del chef mexicano que cocinó para el presidente George Bush generó polémica por la política migratoria de Estados Unidos y su trato hacia los trabajadores indocumentados con décadas de residencia en el país.

El protagonista de esta historia es Sergio García Silva, un cocinero de Nuevo León que durante 36 años residió en Waco, Texas, donde construyó un restaurante familiar que lo llevó hasta los salones de la Casa Blanca.

ICE deporta a chef mexicano que cocinó para George W. Bush

García Silva fue detenido el 25 de marzo de 2025 por agentes del Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE), tras una visita inesperada a su domicilio.

Sin antecedentes criminales, el cocinero permaneció dos meses bajo custodia antes de ser trasladado a Monterrey, ciudad donde nació.

Autoridades estadounidenses justificaron la medida por una orden de deportación emitida en 2002, luego de su reingreso irregular al país tras una salida forzada.

El chef, que llegó a Texas en 1989 con la esperanza de mejorar su vida, inició su trayectoria vendiendo mariscos en un pequeño puesto llamado El Siete Mares.

Su talento y constancia le permitieron ampliar el negocio, atraer a clientes influyentes y, finalmente, ser invitado a cocinar en eventos oficiales cuando George W. Bush ocupaba la presidencia. Sin embargo, su éxito profesional no bastó para obtener la regularización de su estatus migratorio.

Separado de su familia

Hoy, García Silva enfrenta la separación de su esposa y de sus cuatro hijos, todos ciudadanos estadounidenses. Desde México, lamenta haber perdido el fruto de toda una vida de esfuerzo.

Su historia aumenta los casos del maltrato que reciben los migrantes de larga estancia y ha puesto rostro humano a una política que, para muchos, sigue sin distinguir entre quienes violan la ley y quienes han contribuido al país durante décadas.