Un hogar en Texas quedó marcado por la tragedia la madrugada del 29 de septiembre de 2021, cuando Benjamin Elliott, entonces de 17 años, apuñaló hasta la muerte a su hermana gemela Meghan mientras dormía.
La familia, consternada, relató que la relación entre los hermanos era cercana, Meghan lo admiraba y él la amaba profundamente, describiéndola como su “mejor amiga”.
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Tras el incidente, Benjamin llamó al 911, diciendo entre lágrimas.
Acabo de matar a mi hermana. ¡Dios mío! Creí que era un sueño.
En meses posteriores, Benjamin insistió ante los fiscales que no habría herido nunca a su hermana de forma consciente, versión respaldada por familiares y allegados.
El caso adquirió un giro médico cuando la defensa presentó evidencias de sonambulismo. Los abogados Cary Hart y Wes Rucker contrataron al Dr. Jerald Simmons, neurólogo y experto en trastornos del sueño, quien realizó estudios que confirmaron que Benjamin padecía sonambulismo.
Según el experto, el adolescente había estado navegando por internet mientras dormía y durante 24 minutos de actividad inconsciente, apuñaló a Meghan sin tener conciencia de sus actos ni motivación alguna.
A pesar de la contundente evidencia médica y de la teoría del sonambulismo, los fiscales consideraron que la versión no era suficiente para exonerar a Benjamin. El caso fue juzgado con especial atención por la combinación de crimen, misterio y tragedia familiar, y el joven fue finalmente sentenciado a 15 años de prisión en septiembre de este año.
El caso sigue siendo objeto de debate en Texas, tanto por la naturaleza del crimen como por la controversia sobre si el sonambulismo puede eximir de responsabilidad penal.
La historia de Benjamin y Meghan destaca los límites entre los trastornos médicos y la justicia, dejando una profunda huella de dolor y misterio en la comunidad.