En el mundo natural existen criaturas tan extrañas que parecen sacadas de una novela de ciencia ficción. Una de ellas es un 'Frankenstein' microscópico, el cual ha sobrevivido más de 80 millones de años sin necesidad de sexo; sin machos; sin apareamiento, y lo ha hecho con una estrategia tan inusual como efectiva: robar ADN de lo que come.
Se trata de rotífero bdelloidea, un microanimal acuático, pariente lejano de los gusanos planos, que vive en charcos, estanques, musgos e incluso plantas de tratamiento de aguas residuales. Compuesto únicamente por hembras, este organismo se clona a sí mismo (partenogénesis) generación tras generación, ignorando por completo la reproducción sexual.
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Un Frankenstein microscópico
Lo más impresionante es su capacidad para sobrevivir a condiciones extremas: puede resistir radiación, deshidratación total y temperaturas bajo cero durante milenios.
Esto es posible gracias a un proceso llamado transferencia horizontal de genes, que le permite incorporar fragmentos de ADN de otros organismos a su propio genoma.
Su menú incluye bacterias muertas, algas y protozoos… pero no solo las digiere: también se queda con sus genes. Investigaciones científicas revelan que hasta el 10% de sus genes activos provienen de otras especies, acumulando material genético de más de 500 organismos diferentes.
Esta mezcla le otorga habilidades únicas, como repararse a sí mismo y sobrevivir congelado en el permafrost durante 24,000 años.
El regreso de una criatura milenaria
Cuando ejemplares de esta especie fueron descongelados por un grupo de científicos coordinados por el biólogo Stas Malavin, del Instituto de Problemas Físicoquímicos y Biológicos de la Ciencia del Suelo de Púshchino, en Rusia, no tardaron en volver a hacer lo que mejor saben: clonarse sin necesidad de pareja.
Este asombroso animal se ha convertido en uno de los ejemplos más sólidos de que el sexo no es la única vía para mantener la diversidad genética. Su historia plantea una pregunta inquietante: si un ser microscópico puede vivir millones de años sin sexo, ¿cuántas otras reglas de la evolución podrían romperse en el futuro?