Durante años, la leche ha sido promocionada como una fuente esencial de nutrientes. Sin embargo, algunos estudios advierten que ciertos tipos de leche pueden empeorar el acné, especialmente en personas con piel sensible o tendencia acneica.
Según un artículo de la American Academy of Dermatology (AAD), la leche deslactosada está asociada con un 44% más de riesgo de provocar acné.
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¿La razón? Al consumirla, se elevan los niveles de azúcar en sangre, lo que causa inflamación generalizada y un aumento en la producción de sebo, una sustancia grasa que puede obstruir los poros y generar brotes.
El laboratorio dermatológico Vichy también apunta a otro factor: muchas leches comerciales provienen de vacas preñadas, y contienen hormonas del crecimiento similares a la insulina, las cuales pueden estimular aún más la producción de sebo y contribuir a la aparición del acné.
¿Qué hacer si la leche te provoca imperfecciones?
Aunque eliminar la leche no es la única solución, modificar algunos hábitos puede marcar una gran diferencia en tu piel.
- Limpia tu rostro dos veces al día con un limpiador suave (no abrasivo)
- Exfolia no más de dos veces por semana para eliminar células muertas y exceso de grasa
- Hidrata con productos no comedogénicos (que no obstruyan poros)
- Usa protector solar todos los días, incluso si está nublado
- Cuida tu alimentación: evita azúcar y grasas en exceso. Prioriza frutas, verduras y antioxidantes
Además, productos como la piedra de alumbre, un mineral natural con propiedades antibacterianas, han ganado popularidad por su capacidad de reducir brotes en cuestión de semanas.
Si luchas contra el acné y no encuentras la causa, podrías empezar revisando tu dieta y, en especial, el tipo de leche que consumes. A veces, un simple cambio en lo que tomas puede reflejarse en una piel mucho más sana.