Aunque muchas veces pasa desapercibido, el moho que crece en paredes o techos mojados es mucho más que una mancha visual incómoda: representa un riesgo real para la salud humana.
Su presencia está asociada con múltiples enfermedades respiratorias, alergias, irritaciones cutáneas y, en casos extremos, con afecciones neurológicas o daños inmunológicos.
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Según una investigación publicada en la Revista de Alergia de México, el 17.1% de los pacientes con alergias respiratorias en el país son sensibles a hongos como el moho.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud ha vinculado la presencia de moho visible en viviendas con un 40% más de riesgo de asma y hasta un 56% más de probabilidades de alergias respiratorias.
Las zonas más vulnerables niños, adultos mayores, personas con asma o sistema inmunológico debilitado pueden experimentar síntomas que van más allá de estornudos y ojos rojos.
La inhalación constante de esporas puede desencadenar bronquitis crónica, tos, dificultad para respirar e incluso infecciones como la aspergilosis.
Casos documentados muestran que la humedad persistente en el hogar propicia la aparición de moho y ácaros, lo que agrava articulaciones, produce fatiga crónica e irritaciones múltiples.
Consejos para evitarlo
- Mantén la humedad interior por debajo del 50% y ventila todos los espacios, especialmente baños y cocinas
- Repara fugas en techos, ventanas o tuberías lo antes posible
- Usa deshumidificadores y ventiladores de extracción en áreas propensas a humedad
- Limpia moho visible en superficies duras con solución de cloro usando protección adecuada
Qué hacer si crees que lo tienes en casa
Si sientes síntomas persistentes como asma, tos frecuente o irritación nasal y hay humedad visible, consulta a un médico. Puedes solicitar una evaluación de calidad del aire en interiores para detectar esporas de hongos.
El moho no solo es una mancha antiestética, es un enemigo silencioso que afecta la salud de quienes viven en hogares húmedos.
Aunque no siempre se ve, sus consecuencias pueden ser graves. Mantener una casa seca, ventilada y vigilante puede ser la mejor defensa contra esta amenaza microscópica.