En muchas cocinas mexicanas, el remedio para calmar la mente no se encuentra en una caja de pastillas, sino en una taza humeante de té de tila.
En la cultura mexicana, las abuelas transmiten con convicción y cariño: “Tómate un tecito de tila y notarás como te sentirás mejor y descansaras”. Esta infusión tradicional ha sido un pilar en el hogar por generaciones, reconocida por sus propiedades relajantes y su aporte al bienestar emocional.
Hoy, más allá del consejo tradicional, la ciencia respalda su eficacia.
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¿Qué es la tila?
La tila proviene de las flores del árbol de tilo (Tilia mexicana y Tilia europea). Se prepara como infusión y su uso en México y América Latina se ha transmitido oralmente por generaciones como un remedio natural para la ansiedad, el insomnio y el estrés nervioso.
Su aroma floral y sabor suave la han convertido en un símbolo de calma en muchas familias.
¿Qué dice la ciencia?
Investigaciones en fitoterapia han identificado en la tila flavonoides, aceites esenciales y compuestos como el farnesol, que tienen efectos sedantes suaves.
Un estudio publicado en la revista Journal of Ethnopharmacology encontró que los extractos de tila actúan sobre el sistema nervioso central, ayudando a reducir la excitación nerviosa sin alterar la función cognitiva.
Además, se ha observado que la tila puede promover la relajación muscular y favorecer un sueño más reparador, especialmente cuando el insomnio está relacionado con el estrés.
¿Cómo se prepara?
Una infusión sencilla:
- Pon a hervir una taza de agua
- Añade una cucharada de flores secas de tila (o una bolsita comercial)
- Deja reposar 5 a 10 minutos
- Endulza si lo deseas con miel natural
Se recomienda tomarla por la noche o en momentos de tensión emocional. Aunque es segura para la mayoría de las personas, no debe combinarse con medicamentos sedantes sin orientación médica.
Calma en cada sorbo
El té de tila no es una solución mágica, pero sí un aliado natural. Representa una pausa, un respiro en días saturados, una forma de regresar al cuerpo y al presente.
Quizá por eso nuestras abuelas siguen confiando en él: porque a veces, lo más simple es también lo más sabio.