Con tan solo 5 y 4 años, dos pequeños ciudadanos estadounidenses cruzaron la frontera, deportados a un país que no conocen, de la mano de su madre, bajo el peso de una decisión que ni ellos ni ella pudieron tomar.
El miércoles 6 de mayo del 2025 por la mañana, la familia fue sacada desde Texas a la ciudad fronteriza de Reynosa, Tamaulipas, en medio de lágrimas, confusión y un proceso que su abogada califica como una “violación grave a los derechos”.
Te podría interesar
- 'Guerra comercial'
Barbie, Hot Wheels y más juguetes subirían de precio por aranceles de Donald Trump
- Migración
Estados Unidos: Trump dará mil dólares y boleto de avión para migrantes que se 'autodeporten'
- Migración en EEUU
San Antonio, Texas: inmigrante permanece 8 horas arriba de un árbol para evitar ser deportado
No hubo despedidas, ni explicaciones claras. Sólo una madre sola, con tres hijos, uno de ellos no ciudadano, forzada a abandonar el país donde sus pequeños nacieron, estudiaban y soñaban.
Detenidos cerca de una escuela, deportados sin voz
Todo comenzó una semana antes, cerca de la Secundaria Dobie en Austin, Texas, cuando agentes del Departamento de Seguridad Pública de Texas detuvieron al padre de los niños. Aunque no están casados, la pareja ha vivido junta durante años y tiene tres hijos en común: de 8, 5 y 4 años. Los dos menores nacieron en Estados Unidos.
El padre fue deportado al día siguiente. A la madre le colocaron un grillete electrónico y le ordenaron presentarse con sus hijos a una instalación del ICE. Fue detenida junto a los pequeños mientras hablaba por teléfono con su abogada, Cori Hash, quien no pudo intervenir a tiempo.
“No tuvieron el debido proceso”, aseguró Hash. “Esto demuestra que este gobierno cree que puede deportar a ciudadanos estadounidenses cuando quiera y como quiera”.
Sin opción, sin redes de apoyo, sin derecho a decidir
La madre tenía familiares en el país dispuestos a cuidar a los niños; aun así, según Hash, nunca se le dio la oportunidad de contactarlos. La familia fue enviada a Reynosa, Tamaulipas, una ciudad marcada por la violencia, y donde los niños no tienen ni siquiera conocidos.
“El resultado es que se exilia a un ciudadano estadounidense a un país que no conoce ni con el que tiene ninguna conexión”, declaró Michelle Lapointe, del Consejo Americano de Inmigración.
Entre lágrimas y miedo: así llegaron a México
Fuentes cercanas relatan que la mujer llegó a Reynosa con una expresión de derrota, cargando a su hijo más pequeño y jalando una maleta improvisada. Los niños, aún con sus mochilas escolares colgando, no comprendían por qué no volverían a casa, por qué su escuela, sus amigos, su vida; se quedaron del otro lado del río.
No es la primera vez que esto ocurre. El mes pasado, niños estadounidenses fueron deportados a Honduras, uno de ellos con cáncer.
La administración de Donald Trump ha sido señalada por lanzar la mayor operación de deportación en la historia del país, muchas veces ignorando las implicaciones legales y humanas.
El caso de esta familia deportada a Reynosa no es solo una estadística más, es un grito por atención, por justicia, por humanidad.