CURIOSIDADES DE TEXAS

Este es el pueblo más pequeño de Texas; te sobran los dedos de la mano para contar sus habitantes

Una verdadera joya cerca de la frontera con México; a pesar de su pequeño número de ciudadanos, la población ofrece shows de música country y bailes ofreciendo a los visitantes el verdadero sabor de Texas

El corazón de Texas
El corazón de TexasCréditos: internet
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A apenas 80 kilómetros de Austin, Texas, en una curva discreta del camino, se encuentra Luckenbach, un pueblo que parece haber sido congelado en el tiempo.

Con una población que cabe en un solo automóvil, tres personas y apenas dos construcciones permanentes, este minúsculo enclave ha logrado algo impensable: convertirse en un imán turístico gracias a su mística texana y una escena musical que palpita a diario con el ritmo del country más auténtico.

El pueblo más pequeño de Texas

Este rincón pintoresco, envuelto por robles centenarios y la serenidad típica del Hill Country texano, podría pasar desapercibido si no fuera por su salón de baile.

Allí, cada jornada cobra vida con actuaciones en vivo y música campirana, lo que le ha valido renombre entre melómanos y viajeros que buscan experiencias genuinas lejos de lo convencional. Más que un sitio para escuchar música, es un templo cultural donde la comunidad 'country' se reinventa cada noche.

Detrás de su encanto actual se oculta una historia que comienza en el siglo XIX, cuando colonos germanos fundaron un asentamiento modesto, conocido inicialmente como South Grape Creek.

A finales del siglo XIX, el poblado fue rebautizado en honor a Carl Luckenbach, un miembro destacado de la familia fundadora. Tuvo su apogeo en 1905 con cerca de 500 habitantes, pero el éxodo rural y las dificultades económicas lo transformaron, para los años 60, en un pueblo prácticamente fantasma.

El destino de Luckenbach cambió radicalmente en 1971, cuando el excéntrico nadador y ranchero Hondo Crouch adquirió la propiedad con amigos. Mediante ingeniosas campañas y eventos únicos se revitalizó el lugar. En 1977, la icónica canción de Waylon Jennings lo consagró como símbolo nacional del retorno a lo simple y auténtico.

Hoy, Luckenbach conserva esa atmósfera que combina nostalgia, música y magia rural. Un sitio donde cada visitante, como decía Hondo, “es alguien”. Y aunque solo tres personas lo habiten, Luckenbach sigue latiendo con fuerza en el mapa turístico de Texas.