El impuesto a las remesas que impulsan legisladores republicanos en Estados Unidos, con una tasa proyectada del 5%, encierra riesgos significativos para millones de familias mexicanas y centroamericanas que dependen de estos recursos como sustento cotidiano.
Lejos de representar una estrategia eficaz de recaudación, la medida podría acarrear distorsiones económicas, sociales y diplomáticas de largo alcance.
El impuesto a las remesas
En términos macroeconómicos, los flujos de remesas constituyen una fuente vital de ingresos para muchas comunidades, particularmente en regiones como Michoacán, Jalisco y Guanajuato, donde representan un componente sustancial del ingreso estatal.
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Si se impone un tributo adicional, como lo propone el plan fiscal de Donald Trump, la consecuencia inmediata será la reducción del dinero que efectivamente reciben las familias. Esto limitaría su capacidad para atender necesidades esenciales como alimentación, salud y educación.
Desde la perspectiva económica, el Banco de México ha reconocido que las remesas no solo apuntalan el consumo interno, sino que también tienen un efecto estabilizador en regiones con altos niveles de migración.
Un recorte en estos envíos podría repercutir en la disminución del Producto Interno Bruto, incluso si solo representa una fracción porcentual, generando impactos acumulativos a largo plazo.
Fiscalización problemática
Por otro lado, existe un riesgo latente de incentivar canales informales para el envío de dinero, lo que complicaría su fiscalización, aumentaría los costos de supervisión y podría fomentar prácticas ilícitas.
A ello se suma un elemento geopolítico: aplicar un impuesto discriminatorio a migrantes, muchos de los cuales ya tributan sin acceso a beneficios fiscales, tensaría la relación entre Estados Unidos y los países de origen de los remitentes.
Diversos expertos coinciden en que el impuesto a remesas es una política que penaliza la solidaridad familiar, mina la confianza en los gobiernos y erosiona la cohesión económica regional, sin garantizar una mejora proporcional en la recaudación. Una estrategia que, en lugar de sumar, terminaría restando.