REPTILES

Estas serpientes devoran a otras; ¿podrían ser la inesperada salvación para miles de aves?

Temidas por su imponente tamaño y su poderosa presencia, estas serpientes ayudan a controlar a predadores como las culebras ratoneras y las cabezas de cobre

Escrito en GLOBAL el

David Steen frena de golpe su Chevy negro en un sendero polvoriento del Bosque Nacional de Conecuh, en Alabama. Con la puerta del vehículo aún abierta, salta al camino.

Frente a él, se retuerce una joya viviente, una serpiente de añil oriental, la más grande de las especies autóctonas en Estados Unidos y una devoradora nata de otras serpientes.

Durante décadas, estas superdepredadoras desaparecieron del sur del país debido a la urbanización, los incendios suprimidos y el cambio agrícola.

Sin su presencia, reptiles como la serpiente cabeza de cobre que cazan aves y sus crías proliferaron sin control. Pero hoy, gracias a programas de reintroducción en Alabama y Florida, el ciclo natural podría reequilibrarse.

La iniciativa no es sencilla

Steen y otros biólogos, como Sara Piccolomini, han trabajado liberando serpientes de añil equipadas con radiotransmisores para estudiar su comportamiento.

Se sabe que estos depredadores son temidos, en parte por su imponente tamaño y su aspecto intimidante, pero irónicamente, su presencia puede ser una bendición, menos serpientes cazadoras de aves significa más nidos exitosos y, en consecuencia, más cantos en los bosques de pino de hoja larga.

Los primeros resultados son prometedores

Las serpientes reintroducidas no solo han sobrevivido, también han crecido y demostrado sus instintos cazadores. Algunos ejemplares, como "Sally", fueron observados alimentándose de serpientes cabeza de cobre pocos días después de ser liberados.

Mientras el proyecto continúa, la esperanza es que la restauración de la serpiente de añil también revitalice las poblaciones de aves como los herrerillos, azulejos y saltaparedes de Carolina, especies que también luchan por sobrevivir en un ecosistema cambiante.

Aunque el miedo popular a las serpientes persiste, la ciencia confirma que, en el delicado equilibrio de la naturaleza, los más temidos a veces son los más necesarios.