El 19 de octubre de 2025, el Museo del Louvre fue escenario de un robo histórico que dejó al mundo del arte en estado de shock. En apenas siete minutos, un grupo de ladrones disfrazados de obreros accedió a la Galería de Apolo y sustrajo ocho piezas de las Joyas de la Corona Francesa, algunas de ellas de valor incalculable.
Entre los objetos robados se encontraba una tiara de perlas y diamantes que perteneció a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III.
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Esta tiara, realizada en 1853, incluye 212 perlas y 1,998 diamantes, y fue parte de un conjunto nupcial creado por el joyero Alexandre-Gabriel Lemonnier.
Además, se llevaron un conjunto de zafiros que perteneció a las reinas María Amelia y Hortensia, compuesto por una tiara, un collar y un pendiente. También desapareció un collar de esmeraldas que fue un regalo de bodas de Napoleón a su segunda esposa, la emperatriz María Luisa de Austria.
¿Pertenecían estas joyas a María Antonieta?
Aunque algunas de las piezas robadas son de gran antigüedad y valor histórico, no se ha confirmado que hayan pertenecido directamente a María Antonieta. Las joyas de la reina francesa fueron subastadas tras la Revolución Francesa, y muchas de ellas han cambiado de propietario a lo largo de los siglos.
Sin embargo, el robo ha reavivado el interés por la historia de las joyas reales francesas y su conexión con figuras históricas como María Antonieta.
Investigación en curso
Las autoridades francesas han iniciado una investigación para recuperar las piezas robadas y esclarecer los hechos. La policía ha confirmado que la tiara de la emperatriz Eugenia fue encontrada dañada cerca del museo, pero las demás piezas siguen desaparecidas.
El ministro del Interior, Laurent Nuñez, calificó a los ladrones como "experimentados" y no descartó que se trate de una banda internacional conocida por delitos similares.
Este robo ha generado preocupación sobre la seguridad en los museos nacionales y ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las colecciones patrimoniales. Las autoridades afirman que el botín sería imposible de vender en su estado actual, ya que las piezas están registradas y son fácilmente identificables.
Sin embargo, los expertos señalan que los delincuentes suelen fijarse en las joyas porque son más fáciles de desmontar y revender discretamente, a diferencia de las obras de arte que son más reconocibles.
