En una industria donde el brillo se desvanece con los años, Clint Eastwood sigue siendo una figura imponente.
A sus 95 años, no solo conserva su presencia en Hollywood como actor, director y productor, sino que además mantiene una lucidez y vitalidad que descoloca incluso a los más jóvenes.
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¿Cómo lo logra?
La respuesta, según su biógrafo Shawn Levy, no está en fórmulas mágicas, sino en una vida basada en el autocuidado y la disciplina, mucho antes de que eso estuviera de moda.
Eastwood no es solo el tipo duro de 'Harry el sucio' o el maestro detrás de 'Los imperdonables'. Es también un pionero en estilo de vida saludable. Desde los años 50 cuando pocos hablaban de “alimentación orgánica” o “bienestar integral” Clint ya seguía una dieta baja en grasa, evitaba los alimentos procesados y apostaba por ingredientes naturales.
En esa época, llevar yogur al set o comer brotes de alfalfa era visto como algo extravagante. Pero él sabía algo que el resto aún no, lo que comes se refleja en cómo vives.
Además, ha sido un fanático del ejercicio toda su vida, incluso en la vejez, continúa entrenando, desafiando el mito de que el cuerpo debe rendirse con los años. Su rutina física no es extrema, pero sí constante, ejercicio moderado, caminatas, estiramientos y, sobre todo, constancia, esa ha sido su verdadera clave.
Pero lo que realmente distingue a Eastwood es su enfoque holístico del bienestar.
En los años 70, adoptó la Meditación Trascendental (MT), una práctica que ayuda a calmar la mente, reducir el estrés y fomentar la concentración. Mientras muchos de sus colegas lidiaban con la presión de la fama con alcohol o excesos, Clint encontraba equilibrio en el silencio, sentado con los ojos cerrados durante unos minutos al día.
La organización detrás de la MT afirma que esta técnica “disuelve el estrés del sistema nervioso”, y muchos estudios avalan su efecto positivo en la salud mental y física.
A casi 100 años de vida, sigue filmando, dando instrucciones desde la silla de director y recordándonos que envejecer no tiene por qué significar apagarse. Y en un mundo obsesionado con el “anti-aging”, Eastwood no lucha contra el tiempo: lo ha aprendido a domar.