Durante una presentación en Nuevo Laredo, el renombrado hipnotista John Milton enfrentó una situación desconcertante que derivó en un supuesto caso de posesión espiritual. Con sangre fría y experiencia escénica, relató cómo manejó lo que describe como una vivencia sobrenatural.
Hipnotismo y exorcismo no suelen compartir escenario, pero en Nuevo Laredo esa línea se borró por completo. El reconocido especialista en sugestión mental, John Milton, mejor conocido como “El Caballero del Hipnotismo”, narró un episodio fuera de lo común vivido durante una de sus funciones en el estado de Tamaulipas en el 2023, cuando lo que comenzó como una sesión de entretenimiento terminó convirtiéndose en lo que él considera una confrontación con lo inexplicable.
El exorcismo de John Milton en Nuevo Laredo
Según explicó en una entrevista, la noche transcurría de manera ordinaria: un público receptivo, participantes en estado de trance y una rutina habitual para alguien que ha hecho de la hipnosis un arte escénico. No obstante, la calma fue abruptamente interrumpida cuando un joven, en apariencia hipnotizado, comenzó a manifestar actitudes inquietantes.
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Al acercarse, Milton intentó reinducirlo al trance, pero recibió una respuesta espeluznante: una voz grave y distorsionada le advirtió que había despertado “lo más profundo” de su ser.
La amenaza no fue tomada a la ligera. Ante la inusual reacción, el hipnotista recurrió a un maletín que carga para emergencias, del cual extrajo agua consagrada.
A medida que la tensión crecía, otros voluntarios en trance se aproximaron. Uno cayó en oración, describiendo una visión luminosa descendiendo del cielo.
Mientras tanto, el presunto afectado se retorcía con violencia. Para contenerlo, Milton aplicó una técnica de control físico que, según relata, ayudó a estabilizar la situación.
Más tarde, descubrió que el joven había incursionado en prácticas ocultistas. Aunque insiste en que la hipnosis nada tiene que ver con poderes esotéricos, el hipnotismo lo llevó aquella noche a enfrentarse con lo desconocido, dejando claro que, a veces, la mente puede ser la puerta a lo inefable.