CRISIS

Afecta sequía y bajo precio de la carne a ganaderos

Para los ganaderos locales, particularmente los ejidatarios, la problemática de la sequía y la falta de alimento para el ganado que de ahí deriva, se ha conjugado con una disminución considerable en el precio de la carne

Escrito en NUEVO LAREDO el

Para los ganaderos locales, particularmente los ejidatarios, la problemática de la sequía y la falta de alimento para el ganado que de ahí deriva, se ha conjugado con una disminución considerable en el precio de la carne.

“Ha llegado hasta 90 pesos el kilo, ahorita está en 60 pesos, si nos ponemos a vender vacas que ahorita están delgadas, haz de cuenta que estamos regalando nuestros producto.

“Son precios locales, ahorita lo entendemos porque se cerró la transportación de becerros para el otro lado -Estados Unidos-, eso bajó el precio del becerro, ahorita ‘bien pagado’ nos dan 60 pesos el kilo, de 200 kilos para abajo ya si es más para arriba -mayor peso- es más barato”, señaló Alejandro López Robles, presidente del Comité Municipal Campesino.

Los ejidatarios suelen subsistir los largos periodos con ausencia de lluvias significativas almacenando agua en sus pequeñas presas; sin embargo, muchas de éstas ya tienen muy bajos niveles del vital líquido.

“Casi siempre nos pega a los que somos de más bajos recursos, nuestros terrenos son chicos, los de los ejidatarios; no tenemos la capacidad de tener una presa que nos almacene el agua un año, las presas de nosotros son almacenamientos de seis meses nada más, entonces si nos llueve en el trayecto de los seis meses y se vuelven a llenar, pues pasamos el año, pero ¿si no?; la última agua nos cayó como en octubre, por eso muchas de nuestras presas están casi en sus límites”, detalló.

En el área rural de Nuevo Laredo, hay al menos 16 ejidos que forman parte del comité, sumando entre éstos cerca de 50 pequeñas presas, de las que López Robles estimó que la mitad están casi vacías y si bien hay lluvias en puerta, de acuerdo con los pronósticos meteorológicos, deben ser significativas o al menos constantes, para que los embalses puedan llenarse.