En Nuevo Laredo existe un lugar donde el sabor, la música y el color se combinan para rendir homenaje a México: Chinita de Mis Amores, un restaurante que en solo tres años se ha convertido en un auténtico rincón mexicano para locales y visitantes.
Desde que se cruza la puerta, el ambiente envuelve. Las paredes están llenas de color y detalles que celebran la identidad nacional, con murales e íconos como Frida Kahlo, María Félix y otras figuras emblemáticas de la cultura mexicana. Cada espacio del restaurante transmite tradición, orgullo y calidez, convirtiendo la experiencia en algo más que solo ir a comer.
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Chinita de Mis Amores nació del esfuerzo de una familia de cinco personas, cuyos padres son originarios de Oaxaca y Puebla, dos estados reconocidos por su vasta y rica gastronomía. Esa herencia se refleja en cada platillo, preparado con recetas que privilegian el sabor casero, los ingredientes tradicionales y una sazón que conecta con la memoria y el corazón.
El restaurante no solo destaca por su comida, sino también por su ambiente. La música en vivo acompaña a los comensales, creando una experiencia completa que recuerda a las fondas y mercados tradicionales del centro y sur del país, donde comer es también convivir.
Uno de sus mayores atractivos es el buffet de viernes a domingo, disponible de 8:30 de la mañana a 2:00 de la tarde, ideal para disfrutar en familia. El costo es de 239 pesos por adulto y 135 pesos por niño, una opción accesible para probar una amplia variedad de platillos mexicanos, todos con un sabor excepcional y bien servido.
Ubicado en González 4505, Nuevo Laredo, Tamaulipas, Chinita de Mis Amores se ha ganado el reconocimiento de quienes buscan comida deliciosa, abundante y auténtica. Para muchos, no es solo un restaurante, sino un punto de encuentro donde se celebran las raíces, la cultura y el amor por México.
A tres años de su apertura, este espacio demuestra que cuando la tradición familiar, la pasión por la cocina y el respeto por la cultura se unen, el resultado es un lugar que deja huella en el paladar y en la memoria. Chinita de Mis Amores no solo se come: se vive
