Se acerca la celebración de Halloween o Día de Brujas, una noche en la que además de salir a pedir dulces, chicos y agrandes aprovechan para darle vida a sus personajes favoritos, y contar historias de terror entre sus amigos.
Nuevo Laredo es una ciudad, que al ser fronteriza, tiene bien arraigada la fiesta de Halloween, por lo que las leyendas urbanas forman parte esencial de la cultura de los neolaredenses, que conocen infinidad de ellas, sin embargo, hay una que destaca sobre las demás: la del Silverado Rodeo.
Te podría interesar
- Halloween 2025Noche de miedo en el Horno 3 del Parque Fundidora; descubre las leyendas que recorren sus pasillos
- Leyenda urbanaLa Casa de los Tubos: la tragedia real que inspiró una de las leyendas más macabras de Monterrey
- Sierra Madre OrientalEl pueblo 'fantasma' de Nuevo León donde los celulares 'mueren' y las leyendas cobran vida
Una noche a finales de la década de los 90s fue inolvidable para todos los asistentes al famoso centro nocturno con temática de vaqueros. Ubicado al sur de la ciudad, sobre la Carretera Nacional, a un lado del Laguito, el Silverado era uno de los lugares de moda en esa época, atrayendo a neolaredenses, pero también a residentes de Texas.
Una de las grandes atracciones del lugar era el "toro mecánico", con su reto de tener que aguantar ocho segundos de rigor montándolo, pero esa noche nadie podía conseguirlo.
La leyenda cuenta que un hombre extremadamente bien parecido llegó al lugar, con porte, vestido para la ocasión, con sombrero y botas de marca. Iba acompañado de dos hermosas mujeres, una rubia y la otra morena con cabello muy largo, destacando entre todos los presentes.
Luego de un rato paseándose por el lugar, robándose las miradas de los presentes, el sujeto se dirigió hacia la zona del toro mecánico. Al subir al animal de poliuretano, comenzó a balancearse mientras aumentaba la velocidad de los giros y reparos. Con la multitud expectante, el sujeto consiguió durar los 8 segundos y más, llegando incluso hasta el minuto completo, según los testigos.
Cuando nadie lo esperaba, una bota del agraciado sujeto salió volando mientras los ojos de los presentes casi se salían de sus órbitas, al mirar, en vez de un pie, una pata de cabra, mientras el lugar se inundaba de un claro olor a azufre y gritos enloquecidos, mientras la electricidad dejó de funcionar.
Todos a correr
Las personas presentes corrieron hacia la salida del Silverado empujando todo a su paso mesas, sillas, gente. Los más afortunados llegaron en unos instantes al exterior, pero otros no corrieron con tanta suerte y cayeron al suelo, siendo pisoteados sin piedad por la frenética multitud. De un momento a otro, el lugar quedó totalmente vacío, con zapatos y botellas regadas por el piso.
Tras aquella fatídica noche, el Silverado Rodeo tomó más fama a nivel regional y llegaban más clientes de diversas ciudades y poblados a los alrededores de Laredo, Texas, con la esperanza de ser testigos de la presencia de "El Diablo", como fue apodado el apuesto hombre que hizo acto de presencia.
Por el otro lado, muchas personas que presenciar la escena, dejaron de acudir al centro nocturno durante meses, pues el impacto hizo que se les pusiera la piel de gallina.
Del misterioso sujeto y sus amigas nunca más se supo nada. Llegaron como el viento y se fueron como un relámpago para no ser vistos nunca más, al menos en el mismo sitio.
Aunque es una de las leyendas más conocidas de Nuevo Laredo, muchos afirman que solo se trató de una historia que ha pasado de generación en generación, o hasta de un episodio de de histeria causado por el alcohol.
