En Nuevo Laredo, este año han fallecido al menos 45 personas que esperaban un trasplante de riñón que nunca llegó, mientras que cerca de 500 continúan en esa lista a la espera de uno.
Las defunciones derivadas del daño renal incrementaron hasta en un 38 por ciento este año al comparar el primer trimestre del 2023 con el mismo periodo del año anterior, colocándolo en la quinta causa de muerte, que usualmente comienza con no contar con los niveles de presión arterial y de la glucosa en la sangre controlada.
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Además, tanto la diabetes como la presión arterial están relacionadas con las muertes por problemas de corazón como infarto al miocardio y cerebrovasculares, en peor de los casos, embolias o parálisis faciales, entre otros.
Para las autoridades de Salud, esta problemática podría agudizarse, ya que se estima que entre el 45 y 50 por ciento de la población de 50 años en adelante presenta alguno o ambos padecimientos y si a esto se le suma que cerca de un 12 por ciento no es constante con sus tratamientos, e incluso algunos los llegan a abandonar y regresan al médico cuando ya tienen complicaciones.
“Estas enfermedades forman parte de los primeros lugares de consulta, pero también de las principales causas de muerte, no sólo en nuestra ciudad, sino en el Estado, en el país y a nivel mundial, si bien causan muchas complicaciones, entre las principales está la insuficiencia renal”, expresó Gregorio Jesús Ortegón Martínez, médico de la Unidad de Salud Américo Villarreal y urgenciólogo del Hospital de Especialidades.
Tanto la diabetes como la presión arterial vulneran más a los pacientes a necesitar de un riñón, acrecentando la lista de espera, y muchos de estos pacientes no logran cumplir este anhelado sueño de recibir un órgano, ya que la cultura de donación de sangre, tejido y órganos, no ha derivado en una cantidad suficiente para atender el volumen de personas que requieren de un trasplante, peor aún, que la compatibilidad hace aún más complejo disponer de un órgano, además de que cuando llega a concretarse, aun y siendo “compatibles”, no siempre son aceptados por el organismo del paciente beneficiado.
“Todavía no tenemos esa conciencia de la donación de órganos, somos uno de los países que menos concientización tenemos respecto a este tema, y es mucha la población que sufre de insuficiencia renal y que requiere de un órgano, pero no lo hay”, precisó.
Otras de las complicaciones a las que se enfrentan este tipo de pacientes, son las insuficiencias vasculares, que se deben a la falta de un buen control en sus padecimientos, y que derivan en las amputaciones de las extremidades, males que se siguen presentando a diario en la consulta.
En mayo de este año, Enrique Rangel Zamora, un motociclista neolaredense de 53 años, falleció de un infarto, pero su muerte dio nueva vida a tres personas al donar sus riñones y un pulmón, que fueron trasplantados. Este caso generó mucha admiración en la comunidad; sin embargo, fue una situación poco común, pero que podría inspirar a más personas a donar sus órganos.