“Unos más, unos menos, pero todos somos mestizos y eso es lo que debe llenarnos de orgullo”, comenta el historiador Rafael García ante la Independencia de México, celebración patria que estamos por conmemorar.
Esta frase, como premisa, es también la conclusión de esta plática, ya que dentro de todo lo ocurrido en la historia, el mestizaje, casi siempre poco valorado, es parte de la creación de nuestra civilización como la conocemos.
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“El mestizaje es la fusión de dos razas que dio por resultado esta patria que hoy tenemos, esta nación. Porque aquí, al parecer, siempre renegamos de ese mestizaje; desdeñamos lo español, pero nadie quiere ser indígena, y la verdad de las cosas es que somos la fusión”, explica el autor del libro “San Agustín de Laredo en la Guerra de Independencia”.
“¿Qué pueblo es más mestizo que el pueblo español? 800 años en cautiverio de los árabes, cientos de años de los godos, de los visigodos, los fenicios, los griegos; España es un mosaico abigarrado y, sin embargo, no reniegan de su pasado histórico”.
El historiador precisó algunos aspectos de esta celebración en pleno 2021, pues reúne diversos aspectos históricos.
Son 200 años de la Consumación de Independencia, antecedido a los 300 años que se refieren a la Conquista (ahora hace 500 años), cuando México es tomado como un bastión más de la Corona Española, siendo los propios indígenas quienes perpetúan el acontecimiento.
“Don José León de Portilla, un historiador ilustre, habla sobre la Conquista, que la hicieron los indígenas y, por su parte, la consumación de Independencia, los españoles.
“Ciertamente un grupo tan pequeño de españoles no iba a poder someter a millares de grupos indígenas, pero Cortés, que fue muy hábil, se valió precisamente de esas habilidades y esa astucia para conseguir el apoyo de todos los grupos indígenas que estaban sometidos por el pueblo Mexica, quienes tenían dominado al Altiplano de grupos indígenas”, explica García.
Para sostener esta información, García tiene con él una copia facsimilar del Acta de Independencia del Imperio Mexicano, con fecha del 28 de septiembre de 1821, este documento se encuentra en original en el Archivo General de la Nación y, entre otros aspectos, dice:
“La nación mexicana que, por 300 años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre de uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó a cabo arrollando obstáculos casi insuperables”.
En las diversas firmas que sellan este documento, al lado de Agustín de Iturbide, se encuentran también los nombres de varios españoles, entre ellos el de Juan O’ Donojú.
“Esta acta nos señala que México surge a la vida independiente a partir del reconocimiento del Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba, que lo lleva a cabo Agustín de Iturbide. A él lo han tenido relegado, seguramente por sus ideas monárquicas, pero fue un hombre tan hábil y astuto, que logró conquistar el beneplácito de todos los jefes realistas a través de este Plan de Iguala.
“Ahí establecía el respeto a la religión, el respeto a la independencia y a la unión, de tal manera, que estas tres garantías quedaron plasmadas en el lábaro patrio de la bandera; la religión, la unión y la libertad”.
La Nueva España tras el Grito de Independencia
El movimiento que acaudillaba Miguel Hidalgo tuvo una duración aproximada de siete meses, iniciada en septiembre de 1810 y que se apagó en marzo de 1811, cuando fueron hechos prisioneros él y Allende.
“Con la aprehensión de Hidalgo y Allende en las Norias de Baján, el movimiento parecía estar sofocado, sin embargo, había muchos lugares todavía en la Nueva España en donde prevalecía esa idea de la Independencia.
“Pero el movimiento nunca fue eliminado totalmente, en una tercera etapa llegó hasta Soto La Marina, Francisco Javier Mina, un español nacido en Navarra que coadyuva a la Independencia, eso no era nada común. Junto a él venía Fray Fernando Teresa de Mier, quien trajo la imprenta a Tamaulipas.
“Después, muerto Mina, el movimiento siguió a la cabeza de Vicente Guerrero; y tres eran las ciudades que todavía estaban en ese tiempo muy sometidas a los realistas: Veracruz, Acapulco y Ciudad de México”, puntualiza García.
Como se mencionaba anteriormente, es Iturbide quien, con sus habilidades diplomáticas, logró persuadir a los demás jefes realistas de las Provincias Internas de Oriente; Tamaulipas (Nuevo Santander), Nuevo León (Nuevo Reino de León), Texas, San Luis Potosí y Coahuila para deponer las armas a favor de la Independencia, convenciendo también a Vicente Guerrero de hacerlo, celebrándose así el conocido “Abrazo de Acatempan”, como símbolo de unidad.
“Cuando llega don Juan O’ Donojú, el propio Iturbide le plantea que la Independencia en México es algo que no se puede detener y es así como se firman los famosos “Tratados de Córdoba”, donde O’ Donojú reconoce la Independencia y se une al movimiento de Iturbide. Claramente en España fue visto como un traidor”.
En la entrega de mañana, Rafael García nos platica de cómo se vivió este proceso histórico, pero ahora en la Villa de San Agustín de Laredo.
Por otra parte, abonando al tema del mestizaje, nos habla también de qué tan importante es seguir luchando por ese reconocimiento, no sólo porque es de esta mezcla que estamos conformados, sino porque hay luchas que devienen de ello y que deben resolverse todavía con urgencia, como vencer el racismo en nuestro país, esto como otra forma de conmemorar nuestra Independencia.