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*Cundió rápidamente la lucha a Nuevo Santander
El movimiento revolucionario, anárquico y sangriento -que inició el párroco de Dolores en 1810 y que concluyó 11 años después con la independencia de la Nueva España- explotó en Nuevo Santander. Fue iniciado y ejecutado por realistas criollos, miembros del clero regular y diocesano, algunos criollos acaudalados, pocos indios y unos cuantos negros y mulatos. Ellos abrieron el surco para que germinara la semilla insurgente, que por cierto duró poco menos de siete meses, ya que las implacables fuerzas de Félix María Calleja del Rey y de Joaquín de Arredondo sofocaron el movimiento en Nuevo Santander.
Don Juan Fidel Zorrilla cita a los capitanes José Antonio Guerra y Gordiano Benavides como los primeros que proclamaron la independencia en la Villa de Aguayo —hoy Ciudad Victoria—, que lanzaron también las tropas provinciales de la Segunda Compañía Volante de Nuevo Santander con cuartel en la Villa de Padilla y por la milicia de las villas de San Carlos, Santo Domingo de Hoyos —hoy Hidalgo— y otras poblaciones de Tamaulipas. La Villa de Aguayo se pronunció en el mes de enero de 1811.
Los acontecimientos que tuvieron lugar en el Nuevo Reyno de León y en Coahuila se reflejaron en Nuevo Santander en enero de 1811 después de las batallas de Aguanueva (7 de enero) y Puerto de Carneros (20 de enero) cuando triunfaron las fuerzas de Mariano Jiménez.
El 8 de enero Jiménez entró triunfante a Saltillo y envió fuerzas a Nuevo Santander; en Monterrey, el gobernador don Manuel de Santa María, apoyado por el coronel Juan Ignacio Ramón, proclamó la independencia el 17 de enero, “cundiendo la revolución rápidamente a Nuevo Santander —dice don Vito Alessio Robles—, para extenderse también a Texas donde el capitán Juan Bautista Casas aprehendió en Bejar (hoy San Antonio) al gobernador Manuel María Salcedo y al coronel Simón de Herrera”.
Las provincias internas de oriente estaban en aquellos días de enero de 1811, en manos de los insurgentes.
Don Lucas Alamán refiere “todo el país que se extiende desde San Luis hasta la frontera de los Estados Unidos obedecía a Hidalgo, sin enemigo alguno en todo él”.1
En Nuevo Santander —como ya quedó dicho— la insurrección de los militares dio lugar a que el gobernador don Manuel de Iturbe e Iraeta, acompañado de algunos civiles y oficiales, huyera a Altamira confiado que recibiría tropas de refuerzo para restablecer la situación.
El 12 de abril de 1811 las fuerzas realistas recuperaron la Villa de Aguayo donde un grupo de insurgentes cometieron fechorías, saquearon haciendas, estancias ganaderas y un sinnúmero de depredaciones; esta situación juntamente con las noticias del desastre de Acatita de Baján y el conocimiento de que se acercaban Arredondo y sus tropas, bajaron la moral de los insurrectos; los hechos culminaron con la ocupación de Aguayo y con ello toda la provincia de Nuevo Santander volvió a estar bajo el control de los realistas.
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Mariano Jiménez triumphantly entered Saltillo on January 8 and sent forces to Nuevo Santander; in Monterrey, Governor don Manuel de Santa María, backed by Colonel Juan Ignacio Ramón, declared independence on January 17, “spreading the revolution rapidly to Nuevo Santander —as told by Don Vito Alessio Robles— then also to Texas where captain Juan Bautista Casas arrested Governor Manuel María Salcedo and Colonel Simón de Herrera in Bejar (presently San Antonio)”.
The eastern inner provinces were, at that time January 1811, under the control of the insurgents.
Don Lucas Alamán indicates “all the country from San Luis till the border with the United States followed Hidalgo, with no enemy whatsoever”.1
As aforesaid, the insurrection of the military in Nuevo Santander triggered the flight of Governor don Manuel de Iturbe e Iraeta, who, with some civilians and officers, headed to Altamira; he was confident that he would get reinforcement troops to restore the situation.
On April 12, 1811, the royalist forces recovered the Villa de Aguayo where a group of insurgents looted, vandalized ranches, cattle ranches and caused countless damages; this situation along with news of the disaster of Acatita de Baján and the awareness that Arredondo’s troops were close, discouraged the insurrected; the situation ended with the occupation of the military of Aguayo along with all the province of Nuevo Santander, that fell under the control of the royalists.