El Chocolate Abuelita y Carlos V representan mucho más que una bebida caliente o una barra dulce; son el resultado de una visión empresarial que combinó raíces regionales con estrategias de expansión global.
A inicios del siglo XX, la creciente demanda de cacao en México motivó a un grupo de emprendedores a fundar en Orizaba, Veracruz, una fábrica que se convertiría en cuna de dos de los productos más reconocidos del país.
Chocolate Abuelita y Carlos V
La Azteca, creada formalmente en 1919 por los hermanos González Barragán, nació como un taller modesto que pronto evolucionó hacia una empresa pionera en la elaboración de chocolates de mesa y confitería. Inspirados en recetas caseras de Michoacán, sus fundadores apostaron por procesos innovadores que dieron lugar a sabores inconfundibles.
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En 1939 surgió Abuelita, una tableta de cacao, azúcar y especias que evocaba la calidez de las reuniones familiares. Años después, en 1944, llegó Carlos V, una barra de chocolate con leche que rindió homenaje al monarca europeo vinculado a la llegada del cacao a España.
Durante las décadas siguientes, La Azteca diversificó su portafolio y expandió su producción a distintas regiones de México, consolidándose como líder en el mercado nacional.
En 1995, Nestlé adquirió la compañía, garantizando su permanencia en los hogares mexicanos y su proyección internacional. Gracias a esta integración, tanto Abuelita como Carlos V mantienen el uso de cacao mexicano y conservan las fórmulas que les dieron prestigio.
El Chocolate Abuelita y Carlos V, surgidos en Orizaba, siguen siendo referentes de sabor, historia y orgullo nacional, demostrando que la herencia mexicana puede conquistar mercados globales sin perder su esencia.