Mauricio Fernández Garza murió este martes a los 75 años tras perder la batalla contra un cáncer pulmonar, cerrando una etapa en la que su nombre quedó ligado a una de las estrategias más controvertidas de seguridad en México.
Durante sus cuatro mandatos al frente de San Pedro Garza García, el empresario panista impulsó la creación de grupos especiales para desalentar la presencia de cárteles, una maniobra que él mismo definió como “agarrar el toro por los cuernos” y que desafió los métodos oficiales de combate al crimen.
Mauricio Fernández y sus grupos secretos
En la década de 2000, cuando la violencia del narcotráfico sacudía a Nuevo León, Fernández organizó un equipo de agentes no uniformados, conocido popularmente como grupo rudo, cuya tarea era presionar a delincuentes para que abandonaran el municipio más rico de Latinoamérica.
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Paralelamente, financió una red de informantes integrada por vecinos que reportaban movimientos sospechosos en cada calle, y admitió que estos confidentes recibían pagos “de regalo” de empresarios agradecidos por la reducción de extorsiones y secuestros.
Estas tácticas, aunque fuera de los protocolos legales, coincidieron con una drástica caída de delitos de alto impacto en San Pedro.
El propio Fernández presumía públicamente que su municipio alcanzaba “cero balaceras y cero secuestros”, a la vez que instalaba cámaras, lectores de placas y reforzaba la depuración de la policía local.
Declaraciones polémicas
Sus declaraciones, como aquella en la que adelantó la muerte de un narcotraficante antes del hallazgo del cuerpo, alimentaron la percepción de que operaba con información privilegiada y métodos paralelos al Estado.
Admirado por sectores empresariales y criticado por defensores de derechos humanos, el exalcalde dejó una forma de ejercer la se seguridad pública basándose en la disuasión directa y en la convicción de que, para blindar San Pedro Garza García, era necesario reclutar grupos capaces de enfrentar a criminales sin esperar la reacción de las autoridades.