En cuestión de días, dos hallazgos estremecieron a vecinos de Monterrey y García, Nuevo León. El primero ocurrió el miércoles en pleno corazón del centro de Monterrey, en el cruce de las calles Treviño y Serafín Peña. El reporte fue hecho por transeúntes, alertados por los fuertes olores fétidos que salían de una vivienda abandonada.
Al ingresar, las autoridades encontraron el cuerpo de un hombre ya en avanzado estado de descomposición, cubierto con una sábana.
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Aunque no se han confirmado huellas de violencia, se presume que el fallecido podría haber estado en situación de calle, pues la casa solía ser refugio de personas sin hogar. El inmueble fue acordonado para permitir las diligencias de la Policía Ministerial y los Servicios Periciales.
Días antes, el 21 de junio, otro caso sacudió al municipio de García. A tan solo 500 metros de la colonia Paseo de Capellanía y cerca de la Universidad Politécnica de García, dos hermanas que recolectaban cartón y aluminio encontraron el cadáver de un hombre descalzo, con bermuda negra y camiseta verde, también en estado de putrefacción.
El cuerpo yacía entre la maleza, a solo un kilómetro del centro acuático El General. La escena fue resguardada rápidamente por agentes ministeriales y peritos para el inicio de las investigaciones.
Ambos casos muestran una inquietante coincidencia: hombres muertos en condiciones de abandono, sin identificación inmediata y en sitios marginales. Las autoridades aún no descartan ninguna línea de investigación, pero la situación también abre la conversación sobre la invisibilización de personas en situación de calle y la necesidad de políticas públicas más efectivas.