ALARMA ECOLÓGICA

Peligroso pez llega a ríos y presas de Nuevo León; es una plaga invasora

La presencia del pez diablo en cuerpos de agua del estado ha encendido las alertas entre pescadores y ambientalistas

Escrito en NACIONAL el

Lo que comenzó como una tarde de pesca común para un grupo de jóvenes terminó con una inquietante revelación, la captura de un pez diablo, una especie invasora que ha comenzado a multiplicarse en ríos y presas de Nuevo León. Esta escena se ha repetido en otras zonas del estado, como la presa El Cuchillo, donde usuarios de redes sociales han documentado numerosos ejemplares, algunos ya sin vida, fuera del agua.

“En la presa El Cuchillo lamentablemente tenemos esa plaga”, expresó un usuario que compartió un video donde se aprecia una decena de estos peces. La preocupación no es menor: se trata de una especie que ha demostrado ser altamente resistente y difícil de erradicar.

Aunque su nombre sugiere un único tipo de pez, el término “pez diablo” engloba varias especies de plecos, como el Hypostomus plecostomus, reconocibles por su cuerpo acorazado con placas óseas, manchas oscuras y comportamiento territorial.

Estos peces son capaces de sobrevivir hasta 14 horas fuera del agua y pueden reproducirse rápidamente, convirtiéndose en una amenaza para la biodiversidad local.

Su presencia ha sido confirmada en diversas partes del país desde hace más de dos décadas, pero en los últimos tres años su expansión se ha acelerado, alcanzando las cuencas hidrológicas más importantes de México, de acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

El pez diablo compite por alimento y espacio con especies nativas, además de alterar los ecosistemas al excavar galerías en los bordes de ríos y presas, provocando erosión. Esta situación ha encendido las alertas entre autoridades ambientales, investigadores y comunidades ribereñas.

Aunque su aspecto puede resultar intimidante, lo más preocupante es su impacto ecológico. Y mientras no se implemente una estrategia para contener su propagación, la amenaza del “invasor acorazado” seguirá creciendo silenciosamente bajo la superficie.