DESTINOS TURÍSTICOS

En este sitio de Nuevo León no hay Starbucks, pero sí secretos de 14 mil años bajo sus pies

Fundado hace más de 300 años por mineros, conserva hornos de piedra donde aún se hornea pan artesanal y calles que narran su pasado colonial

Escrito en NACIONAL el

Villaldama no suele aparecer en postales ni en listas de destinos turísticos. Sin embargo, este pequeño municipio del norte de Nuevo León guarda más historia de la que aparenta. 

Fundado en 1690 como Real de Minas de San Pedro Boca de Leones, este lugar fue uno de los primeros focos mineros del noreste mexicano, con españoles y tlaxcaltecas cavando vetas de plata y zinc en medio del desierto.

En 1828 se convirtió en villa, y desde 1924 lleva el nombre de Villaldama, en honor al insurgente Juan Aldama. Pero lo que realmente lo hace único no está solo en sus calles… sino debajo de ellas.

Un pasado que desafía el calendario

En los alrededores de Villaldama se encuentra La Morita II, una zona arqueológica donde el INAH ha hallado huesos humanos, pinturas rupestres y herramientas con más de 14,000 años de antigüedad. Se trata de uno de los sitios más antiguos no solo de Nuevo León, sino de todo el norte del país. 

Lo más impactante, muchos de estos descubrimientos se hicieron casi por accidente, gracias a pastores y campesinos locales.

Pan, iglesias y un ferrocarril detenido

Caminar por el centro es toparse con joyas del pasado: la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la Ermita de la Santa Cruz, y el Palacio Municipal de 1907 con su reloj suizo. Pero la parada obligada es el Museo del Ferrocarril, una estación vieja donde aún se respira el vapor de los trenes que conectaban Monterrey con el norte del país.

Y claro, no puedes irte sin probar el pan artesanal hecho en hornos de piedra, volcanes, empanadas y hojarascas recién salidas del horno, tradición viva en cada bocado.

Fe y fiesta en el desierto

Cada año, del 26 de abril al 3 de mayo, Villaldama celebra la Fiesta de la Santa Cruz, una semana de danzas, procesiones, misas y comunidad. Para muchos villaldamenses, esta celebración no es solo tradición, sino la reafirmación de su identidad.

En un estado asociado con industria, rascacielos y avenidas, Villaldama recuerda que Nuevo León también es historia, desierto y memoria. Un rincón que resiste al olvido con pan caliente, calles de cantera y secretos que esperan ser contados.