En la segunda mitad del siglo XX, pocos nombres resonaban con tanta fuerza en las carreteras mexicanas como DINA. Esta empresa, originada como un proyecto estatal para impulsar la producción nacional de autobuses y camiones, se convirtió en sinónimo de movilidad en un país donde el transporte de pasajeros era vital para conectar ciudades y regiones.
En 1964, Autotransportes del Norte dio un paso decisivo al sumar a su flota los modelos 311 de DINA, vehículos con licencia de fabricación estadounidense que rápidamente ganaron apodo y prestigio: los famosos “jorobados”.
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Camiones Dina los reyes de la carretera
Este movimiento reflejaba una tendencia estratégica: dejar atrás la dependencia de unidades extranjeras, luego de que en ese mismo año se prohibiera la importación de vehículos foráneos. Así, México iniciaba una nueva era de manufactura automotriz con sello propio.
La cúspide de este impulso llegó en 1968, cuando DINA lanzó el modelo Olímpico. Equipado con tecnología de punta y bautizado en honor a los Juegos Olímpicos celebrados ese año, este autobús marcó un antes y un después.
Compañías como Estrella Blanca, Omnibus de México, Tres Estrellas de Oro y Estrella Roja integraron masivamente este modelo a sus rutas principales, dando paso a una identidad compartida en los caminos nacionales: viajar en un Dina era parte del paisaje cotidiano.
En los años 80, modelos como el Avante y el Dorado demostraron la capacidad de innovación de la marca, incorporando motores turbocargados y diseños modernos. Tras la privatización en 1989, DINA diversificó su producción, adaptándose a las exigencias del mercado con plataformas para marcas internacionales como Marcopolo.
A pesar de los cambios en el mercado y la llegada de competidores globales, DINA permanece en la memoria como una época importante del transporte nacional. La enorme flota de camiones DIna que recorrían las carreteras de México se hicieron parte importante de la historia de movilidad en el país.