Hay una duda que se ha viralizado en recientes semanas en redes sociales: ¿por qué un pollo rostizado entero es más accesible que comprar una pieza de pechuga del mismo animal?, aunque aparezca un sinsentido, lo cierto es que hay una respuesta detrás.
De acuerdo con una investigación de N+, el kilo de pechuga de pollo tiene un costo promedio de 120 pesos. En cambio, un pollo rostizado tiene un valor de 144 pesos; las cifras, así como la relación entre la cantidad de producto simplemente deja atónitos a los clientes.
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Las dudas únicamente se hacen mayores al considerar que los pollos rostizados ya vienen preparados, condimentados, partidos en piezas (si así lo pide el cliente) e incluso hay opciones que vienen con combo con tortillas, salsas, chiles o papas, con un costo extra.
Esto deja mal ‘parada’ a la pechuga de pollo, pues viene cruda y es más cara. Por lo que no sólo se invierte en la pieza de pollo, sino también en el modo en que se vaya a cocinar: desde tan sólo freirla hasta acompañarla con otros aditamentos. Desde una perspectiva superficial, es mejor comprar el pollo rostizado, pero no necesariamente es la mejor opción.
¿No son del mismo pollo?
Según la citada fuente de información, el pollo rostizado y el que se vende en las pollerías no son los mismos. El de los locales se trataría de un macho con 49 días de engorda; el que venden listo para llevar al plato es arba con 35 días de engorda, y ahí estaría la respuesta.
Los pollos crudos tienen una mayor alimentación, por lo que las empresas los venden más caros. Asimismo, el animal en esta vertiente suele ser más ‘desperdiciado’, ya que partes como la pechuga son más solicitadas que el resto de secciones; en el rostizado se ‘le entra parejo’ y se vende sin distinción.