IGLESIA CATÓLICA

¿Rezas o te 'rebelas'?; así viven realmente algunas monjas en los conventos en pleno 2025

Con acceso a internet, formación universitaria y participación activa en causas sociales, las nuevas generaciones de religiosas viven entre el rezo y la transformación social

Créditos: Especial
Escrito en NACIONAL el

En pleno siglo XXI, la vida en un convento ha dejado de ser como muchos la imaginan. Aunque para muchos sigue siendo un símbolo de recogimiento, silencio y obediencia, la realidad es que las comunidades religiosas femeninas en 2025 viven una transformación silenciosa… pero profunda.

En México y otros países de América Latina, las nuevas generaciones de religiosas han comenzado a replantear su papel dentro de la Iglesia y la sociedad.

Hoy, hay conventos donde las monjas tienen acceso a internet, llevan clases en línea, administran redes sociales de la congregación y hasta manejan negocios de repostería, arte sacro o herbolaria, como parte de su autosustento, cuenta la hermana Teresa, quien vive en el convento de Santa Catalina en Puebla donde enseñan computación y hacen labor social con migrantes.

Ya no somos solo monjas de oración, también somos mujeres activas en la comunidad

Lejos de lo que muchos imaginan, las reglas siguen existiendo: horarios fijos, tiempos de silencio, oración diaria y obediencia a la comunidad. Sin embargo, muchas congregaciones han abierto el diálogo sobre temas como el liderazgo femenino, la justicia social, la tecnología y el rol de la mujer dentro de la Iglesia.

De hábitos a hábitos nuevos

En algunos conventos, las hermanas ya no usan el tradicional hábito completo. Muchas usan ropa sencilla con distintivos religiosos y han cambiado la rigidez por un enfoque más empático y actualizado.

La vida conventual sigue siendo exigente, pero se ha adaptado a los nuevos tiempos. Hoy las monjas estudian carreras universitarias, se capacitan en psicología, ecología y hasta manejo de crisis.

¿Rezo o me rebelo?

Este contraste entre tradición y evolución ha hecho que muchas jóvenes se acerquen nuevamente a la vida religiosa, aunque con preguntas más profundas y exigencias de mayor autenticidad.

Hoy ser monja no significa aislarse del mundo, sino estar dentro de él… con una misión clara.