SALUD

Chilaquiles: el desayuno que amas, ¿podría estarte enfermando?

Con huevo estrellado, con costra de queso o gratinados al horno, los chilaquiles son una opción de desayuno popular en las casas mexicanas

El nombre “chilaquiles” proviene del náhuatl chilaquilitl, que significa “metido en chile”
El nombre “chilaquiles” proviene del náhuatl chilaquilitl, que significa “metido en chile”Créditos: Especial
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Los chilaquiles no necesitan presentación; son parte del ADN culinario de México, una joya que resiste modas y dietas, y que sigue apareciendo en la mesa como ese clásico irresistible que cura la cruda, reconforta el alma y llena el estómago. Pero, ¿qué tan saludables son realmente? ¿Estamos glorificando un platillo que podría hacernos daño?

Chilaquiles: más que un desayuno, un legado

El nombre “chilaquiles” proviene del náhuatl chilaquilitl, que significa “metido en chile”. En esencia, es una receta de aprovechamiento: tortillas viejas convertidas en un festín, gracias a la salsa, el queso, la crema y demás acompañamientos. Su origen prehispánico y su evolución popular los han convertido en un símbolo cultural y gastronómico.

De fondas a restaurantes de alta cocina, los chilaquiles se han colado en todas partes. Hoy puedes encontrarlos con mole en Puebla, con chapulines en Oaxaca, con machaca en Monterrey, o como “mil hojas” en versiones gourmet; son versátiles, sabrosos y adictivos. Pero su popularidad también despierta una pregunta necesaria: ¿nos están enfermando?

¿Un desayuno bomba? Calorías y grasa bajo la salsa

Una porción promedio de chilaquiles fritos con crema, queso y proteína puede sumar entre 500 y 800 calorías, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). El problema está en la fritura, el exceso de lácteos procesados y la gran cantidad de sodio.

Para muchas personas, los chilaquiles no son una ocasión especial, sino una elección frecuente. En ese contexto, los riesgos aumentan: obesidad, hipertensión y colesterol alto pueden estar al acecho bajo esa deliciosa capa de salsa verde o roja.

Y sí, es verdad: saben mejor crujientes y con doble crema. Pero el precio para tu salud podría no ser tan sabroso.

¿Hay forma de comer chilaquiles sin culpas?

Sí, y los nutriólogos lo confirman. Preparar chilaquiles al horno, con salsa casera sin sal añadida, tortillas hechas en comal, proteína magra (como pollo o huevo hervido) y crema baja en grasa o yogurt natural reduce drásticamente su impacto calórico y cardiovascular.

Alternativas saludables:

  • Tortillas horneadas o tostadas sin aceite
  • Salsa natural (jitomate, chile, ajo y cebolla)
  • Lechuga, cebolla morada, aguacate fresco
  • Pollo deshebrado o huevo cocido
  • Yogurt natural sin azúcar en vez de crema

¿Pierden el encanto? Para muchos, no. La clave está en la sazón, no en la grasa.

¿Son dañinos los chilaquiles? 

La respuesta corta es: pueden serlo, pero no tienen que serlo. Como con muchos platillos tradicionales, el problema no es el platillo en sí, sino el exceso, la frecuencia y el desbalance.

Demonizar los chilaquiles sería negar parte de nuestra identidad culinaria. Pero romantizarlos sin cuestionar sus efectos tampoco es justo para tu salud. El equilibrio está en disfrutarlos conscientemente: quizá no diario, quizá no nadando en crema, pero sí con todo el sabor y el respeto por su historia.