El machacado con huevo es uno de los platillos más emblemáticos del norte de México, y especialmente de Monterrey, Nuevo León donde es considerado casi una religión culinaria.
Aunque su preparación parece sencilla carne seca deshebrada con huevo revuelto, los regios aseguran que no cualquiera lo sabe hacer bien… y que muchos olvidan un ingrediente esencial.
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El corazón del platillo: carne seca de verdad
Para que un machacado sea considerado “regio de verdad”, la carne debe ser carne seca de res auténtica, preferentemente de machaca artesanal, elaborada en municipios como Ciénega de Flores o Sabinas Hidalgo.
Esta carne se obtiene al secar la carne al sol, en un proceso que puede durar días, y que le da esa textura crujiente y sabor intenso que nada tiene que ver con la carne deshidratada de supermercado.
Huevo, sí… pero también cebolla y tomate
Los regiomontanos más puristas aceptan que el huevo debe ir revuelto directamente con la carne una vez que esta ha sido guisada con cebolla blanca picada y tomate.
Este sofrito previo no solo da color y aroma, sino que equilibra el sabor intenso de la carne.
El ingrediente clave que muchos omiten
Muchos expertos coinciden, el toque final debe llevar chile serrano o jalapeño picado, para realzar el sabor y darle ese picante característico del norte. Este pequeño detalle transforma el machacado con huevo en algo verdaderamente regio, chefs locales como Eleazar Luna menciona que este ingrediente lo hace especial.
Sin chile, sabe a desayuno de hotel, con chile, sabe a casa de abuela en Monterrey
Un verdadero machacado regio no se sirve con pan, se acompaña con tortillas de harina grandes, suaves y calientes, y, si se quiere aún más autenticidad, con frijoles refritos a un lado.