En medio del fervor de la Semana Santa y su tradicional abstinencia de carnes rojas, una alternativa singular ha captado la atención de los comensales más curiosos: el tamal de rana.
Proveniente del corazón de la sierra sur de Oaxaca, esta propuesta culinaria conjuga creatividad, nutrición y desarrollo comunitario, convirtiéndose en una de las apuestas más originales del panorama gastronómico nacional.
El tamal de rana
El ingrediente estrella es la rana toro, una especie criada de manera responsable en una granja acuícola de Santiago Textitlán. En esta comunidad, marcada históricamente por conflictos agrarios, hoy se escribe una nueva página gracias al impulso de mujeres emprendedoras que han transformado el anfibio en símbolo de progreso.
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Además de preservar el entorno, el proyecto genera empleos y abre puertas a una economía más resiliente.
Más allá de lo éxótico que pudiera parecer el platillo, este antojito mexicano se ha posicionado como una opción saludable: su carne blanca, rica en proteínas y colágeno, no contiene grasas saturadas y es ideal para quienes buscan alternativas energéticas y nutritivas.
Preparado al horno, con mole, gratinado o simplemente al vapor, este platillo ha conquistado a locales y visitantes durante el Festival de la Cuaresma, donde incluso autoridades municipales se sumaron a la degustación.
Los beneficios del consumo de rana toro no se limitan a lo alimenticio. Su producción sostenible, que ya permite la extracción mensual de más de 100 kilos de carne, representa una oportunidad concreta de crecimiento para los habitantes de la zona.
Cada ejemplar es criado bajo estrictos cuidados que garantizan el respeto a su ciclo biológico, evitando cualquier amenaza para la especie.
Hoy, el tamal de rana es una excelente opción para quienes por su fe, desean evitar la carne roja en Cuaresma o en todo el año, sin duda un ejemplo de cómo la innovación culinaria puede vincularse con el desarrollo social, la sustentabilidad y la conservación.