El Día de Muertos es una de las festividades más significativas de México, celebrando la conexión con aquellos que han partido.
Sin embargo, esta celebración también tiene un eco especial en otros países, como Japón.
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En esta fecha, es tradición preparar una ofrenda, un altar decorado con elementos que simbolizan el vínculo con los difuntos. Este ritual incluye compartir pan, sal, frutas y, para los adultos, vino.
Otros componentes esenciales son flores, velas, e incienso, que realzan el ambiente.
En cada ofrenda, el agua se ofrece para saciar la sed de las almas, mientras que la sal representa la purificación. Las velas y veladoras iluminan el camino de las ánimas hacia su hogar.
El copal y el incienso se utilizan para elevar las oraciones y los recuerdos, y el cempasúchil, con su vibrante color amarillo, sirve para guiar a los difuntos desde el campo santo hasta la ofrenda, decorando el altar con su fragancia.
También se incluye un juguete del izcuintle para las almas de los niños, asegurando su alegría al regresar.
Cada elemento en la ofrenda no solo tiene un propósito simbólico, sino que también refleja la rica fusión de tradiciones indígenas y españolas, representando un sincretismo cultural que sigue vivo en la memoria colectiva de México.
Según el Gobierno de México, 'ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo y su vida'.
Para una exploración más detallada de la tradición y sus significados, puedes consultar el sitio del Gobierno de México.