Las cabras ya no dan leche y el monte está seco. No hay muchas opciones para sobrevivir en la estación Rodríguez, por lo que doña María tuvo que dedicarse a la venta de empanadas de calabaza y de dulces artesanales hechos en su casa.
Con ingredientes básicos que cualquiera en su cocina podría tener, María de Jesús Hernández Cruz, se gana la vida.
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Manteca vegetal, harina de trigo, calabaza, piloncillo, rexal, anís, azúcar y canela no pueden faltar.
Al ingresar al domicilio en donde se realiza todo, el olor incita a probarlas. Antes de que salgan del horno evocan al recuerdo de las abuelas que, con amor, muy afanosas se daban el tiempo para preparar el pan casero.
“A mí me enseñó una señora y ya uno lo hace diferente. Le vas cambiando y haces tu receta, pero como siempre hay alguien que te enseña... las vendo en las tiendas y tengo mis propios clientes, buscamos la manera de salir adelante”, dijo.
¿Cómo comenzó todo?
Todo inició en el patio de su casa donde prepara en un cazo de cobre el dulce de calabaza; un tanque de gas butano proporciona el combustible para mantenerlo encendido. La elaboración tarda hasta tres horas moviendo con el cucharón de madera el interior para evitar se queme.
"A los cazos sólo le caben 10 litros, queremos uno más grande que le quepan 20 litros; tenemos que dejar margen cuando hierve porque sube y no debe tirarse. Con el mechón podemos regular la flama y con la leña no, es distinto”, explicó
Contó que el pastor Cervantes de la iglesia los enseñó a preparar el dulce de leche y coco a su esposo Roberto Gómez González y a ella, ahora mientras prepara las empanadas, él se dedica a elaborar el dulce hasta que espese en otro cazo.
“El pastor los hace muy ricos y mi esposo los hace igual, yo aprendí también; éste es un negocio familiar, mis hijos cuando están aquí le ayudan a estarle meneando al cazo y ahora mi nieto José Roberto López Pérez de 17 años me llena conitos”, manifestó.
La sequía les pegó
Los tiempos ya no son iguales, la sequía severa ha mermado no solo la agricultura sino también a la flora endémica dejando sin alimento a los animales de agostadero, si hay leche de cabra preparar el queso, se elabora con tiempo y el resultado es delicioso al paladar.
"Ahora está muy seco el monte para los animales, si no hay pastura fresca para la producción, no baja y no hay leche”, explicó Roberto Gómez mientras formaba con ayuda de dos cucharas los dulces para secar.
Agregó que antes había pastos, con el zacate verde que le acarreaban a los animales y complementaban con nopal; ahora no hay nada y las cabras comen solo para vivir, incluso ellos mismos lo padecen al tener una vaca que alimenta con hierba.
“Antes tenía cinco vacas y había mucha hierba, la troca la cargábamos de zacate, pero ya no, la vendimos antes de la sequía que se puso hace como tres años, no había de dónde acarrearles”, dijo.
Confesó que estarles comprando a las vacas no es una opción para ellos, los gastos se elevan en desmedida a distinción de lo que perciben, más aun que han ido en aumento según la calidad del forraje.
No tiene caso mantenerlas, cuando trabajaba de jornalero me dediqué a la agricultura, luego desde 1999 trabajé para tener cabras por catorce años y elaboré quesos, luego compré vacas y puro queso hacíamos, esto lo aprendí de mi papá José López Lara.
Con 81 años, su padre dejó de elaborar el queso, pero lo bien aprendido no se olvida y su hijo Roberto siguió su ejemplo como un modo de sustento, pero sin leche no hay producción, dijo lamentándose.
"Él hacía muy buenos los quesos y se vende mucho, por desgracia la sequía nos ha mermado en todo, muy seco que está el monte, ahora estamos sobreviviendo, pero salimos”, comentó Roberto Gómez.
Por unos minutos, la abuela deja a su nieto José Roberto en el patio meneando el cazo de cobre manifestando que le gusta apoyar en la elaboración del dulce mientras en el interior Roberto seguía haciendo el dulce de leche y coco.
Al abrir el horno el apetecible olor invade la casa, las recién horneadas empanadas estaban listas para saborearse y los dulces ya secos para empacar, una forma honrada de subsistir los esposos a la severa crisis, porque el campo y el ganado menor o mayor para ellos y muchos que se dedicaban a la agricultura resulta complicado.
Estamos saliendo con las empanadas y los dulces, así sobrevivimos, el campo está seco y no hay nada para los animales y tampoco leche de cabra o vaca para nosotros, tenemos que seguir trabajando.