El Secretario de Seguridad Ciudadana de Ciudad de México, Omar García Harfuch es probablemente uno de los funcionarios mexicanos que más amenazas de muerte ha recibido en el país. Células del crimen organizado en la capital le han declarado la guerra y hace un año, el 26 junio de 2020, un ataque armado donde le dispararon con un fusil barrett calibre 50, el cual casi termina con su vida.
De acuerdo con las investigaciones de las autoridades, fue el Cártel de Jalisco Nueva Generación el autor de este atentado, mandando un grupo de al menos 20 sicarios quienes dispararon más de 400 balas dirigidas a la camioneta en la que viajaban el secretario y sus dos guardaespaldas, quienes perdieron la vida en el ataque.
Te podría interesar
Harfuch tuvo más suerte, pues a pesar de que recibió tres impactos de bala, éstas no dañaron ninguno de sus órganos principales.
Para el Secretario, el tiempo fue clave para poder salvar su vida, pues considera que si las patrullas se hubieran tardado 30 segundos más en llegar a la escena, él habría muerto a causa de la lluvia de balas.
En entrevista para el diario El País, el funcionario brindó un testimonio sobre aquel atentado.
“Yo viajaba en el asiento del copiloto revisando unos papeles cuando vi cómo se atravesaba un camión frente a nosotros. En ese momento supe que nos habían emboscado”, narró Omar García Harfuch al rotativo.
“Sentí el primer disparo en el vidrio. Yo saqué mi arma y disparé contra el cristal y a partir de ese momento comenzó una lluvia de impactos y el ruido ensordecedor”.
El funcionario recordó que se arrastró a la parte trasera de la camioneta para intentar resguardarse de las balas.
“Me arrastré hacia la parte de atrás y aguanté encogido a que todo terminara. Edgar y Rafa (sus guaruras) ya estaban muertos, caían cristales y había mucho polvo y ya había recibido el tercer impacto en la pierna”.
Tras varios minutos que parecieron eternos, llegaron las autoridades a su auxilio.
“Se hizo el silencio y alguien tocó en el cristal, “salga, salga...”, pero no quise abrir porque pensé que esperaban para rematarme. Hasta que escuché: “Tigre, Tigre, ya estamos aquí”. Ese era mi apodo en la Federal así que solo alguien que me conocía mucho podía llamarme así y abrí la puerta”, agregó.
Desde el fuerte atentado, la vida de Omar dio un giro de 180 grados, ya no asiste a reuniones sociales ni aparece en público, no puede ver a sus hijas y ha tenido que reducir sus traslados dentro de Ciudad de México.
A pesar de ello, el funcionario asegura que mantiene claro su objetivo de acabar con la alta incidencia de delincuencia en la capital.
"Aquí no hay una policía acobardada o que se refugia en su despacho, estamos más activos y con más ganas que nunca y trabajando día a día por reducir la delincuencia”, seguró Omar García Harfuch.